¿DE LA MODA LO QUE TE ACOMODA?
1-9 En lugar de Asá reinó
su hijo Josafat. Dios ayudó a Josafat porque se comportó como antes lo había
hecho David, su antepasado. Josafat no adoró a las imágenes del dios Baal;
además tuvo el valor de quitar, de todo el territorio de Judá, los pequeños
templos de las colinas, que se usaban para adorar ídolos, y destruyó las
imágenes de la diosa Astarté. (2 Crónicas 17:1-3)
¿Cómo nos comportamos? Esta respuesta sería fácil de responder si la
conducta fuera en si misma absoluta, pero no lo es, de tras de ella hay un
pensamiento (valor) y un sentimiento (emoción). Josafat se comportó correctamente
no porque gustará de aparentar, sino lo hizo porque era un valor en su vida y lo
era porque había sido un valor familiar.
Hizo lo que su bisabuelo hacía y había enseñado a su familia: servir a
un solo Dios.
Nosotros hoy
brincamos de una conducta a otro según lo rentable que es porque nuestros
valores y emociones se mueven de un lado a otro sin ningún control. Lo que hoy es negro, mañana ya es blanco
porque nos deja una renta mejor que lo sea a pesar de que en realidad es negro. Seguimos modas en nuestra forma de vivir,
hablar, estructurar la vida, conducir nuestra paternidad, construir nuestro
matrimonio o noviazgo, ser amigos, empleados, la forma en la que amamos,
perdonamos, vivimos nuestra espiritualidad, etc. Ser amigos de Dios y vivir en su reino no
responde a modas, ni tan siquiera a modas dentro de la iglesia (porque las hay).
Ser amigos de Dios y hacer lo correcto en la vida no responde a la verdad que
la sociedad nos publicita a través del éxito radal del momento o la novela con
mayor audiencia o a la seria televisiva que más de comentar cada día. Obedecemos y vivimos en la verdad porque a
eso fuimos llamados, porque es la naturaleza de nuestro Padre y porque su amor
nos mueve a vivir, pensar y sentir como Él.
No demos tumbos en la vida. Vivir no es cuestión de ánimo. Hacer la voluntad de Dios no es cuestión de
conveniencias. Se trata de aprender de Él y su forma de amar, reír, convivir,
y expresar la vida. Tengamos el valor de
vivir como nuestro Padre vive a pesar de que el resto de los conocidos vayan en
sentido contrario.
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