ADICTOS A LA VIEJA FORMA DE VIVIR


 
 
 
Amasías planeaba atacar a los habitantes de Edom, por lo que mandó llamar a todos los hombres mayores de veinte años que pertenecían a las tribus de Judá y de Benjamín. Los organizó de acuerdo a sus familias, y los puso bajo las órdenes de los jefes del ejército. Eligió un total de trescientos mil de los mejores soldados, muy hábiles en el uso de lanzas y escudos. 6-7 Además, contrató a cien mil valientes soldados del reino de Israel, que pertenecían a la tribu de Efraín, y les pagó tres mil trescientos kilos de plata.
Sin embargo, un profeta le trajo este mensaje al rey:
—Dios no te ayudará si usas a esos soldados de Israel. Dios es el que concede la victoria o castiga con la derrota; si tú insistes en reforzar tu ejército con la ayuda de ellos, Dios hará que tus enemigos te derroten.
Pero Amasías le respondió:
—Si les pido que se vayan, no recuperaré los tres mil trescientos kilos de plata que les di.
El profeta le aseguró:
—Dios te dará mucho más que eso.
10-13 Entonces Amasías mandó de regreso a los soldados de la tribu de Efraín. Ellos se enojaron muchísimo, y en su camino de regreso invadieron las ciudades de Judá, desde Samaria hasta Bet-horón; mataron como a tres mil personas, y se llevaron todas sus pertenencias. Luego regresaron a sus casas.
Mientras tanto, Amasías se llenó de valor, y acompañado de su ejército fue al Valle de la Sal y mató a diez mil hombres de Edom. A otros diez mil se los llevaron presos a la cima de una roca alta, y desde allí los echaron abajo. Todos murieron estrellados contra el suelo. 14 Luego Amasías regresó a Jerusalén, y como se llevó consigo varias imágenes de dioses falsos, comenzó a adorarlos y a quemar incienso en su honor.
15 Dios se enojó mucho con Amasías, y envió un profeta con este mensaje para él:
«¿Cómo es posible que ahora adores a dioses que no pudieron vencerte a ti cuando atacaste al pueblo que los adoraba?»
16 Todavía estaba hablando el profeta, cuando el rey lo interrumpió diciendo:
—¡No necesito de tus consejos! ¡Cállate o te mueres! (2 Crónicas 25:5-16)

Pretendemos en muchos momentos de la vida conseguir resultados satisfactorios siguiendo los métodos de los que han fracasado antes de nosotros. Amasías fue ayudado por Dios para vencer a sus enemigos y sin embargo, después de la victoria decidió seguir la forma de vida y servir a sus dioses aun y a pesar de que esa forma de vida y esos dioses no les habían servido para alcanzar la victoria.

Hoy nosotros, aun y a pesar de todo lo que Dios ha hecho a nuestro favor, nos olvidamos de todo ello y con facilidad vamos nuevamente a buscar todo aquello de lo que Dios ya nos libró.  Como Amasías, vemos el favor de Dios y sin embargo le damos la espalda y volvemos a servir a nuestra depresión, soberbia, a nuestras conductas codependientes y destructivas.  Volvemos a nuestra antigua forma de hablar, a nuestra incapacidad de amar y ser amados, a nuestra antigua forma de ver la vida en donde lo temporal se prioriza por encima de lo eterno.  Nos volvemos seculares y dejamos de lado la gracia y el poder renovador de su espíritu.  Nos hacemos egocéntricos y solo buscamos nuestro propio bien a costa de nuestros amigos, hijos o conyugue.  Olvidamos que la autonegación es también caminar en felicidad y que servir a los demás en una forma de vida de los que están en el Reino de Dios.

No regresemos de donde Dios ya nos sacó.  No sigamos los métodos de aquellos que desde la eternidad ya fueron vencidos por Dios.  No perdamos de vista que nuestra ciudadanía está en los cielos y que solo vamos de paso.  No olvidemos a quien nos amó y todo lo dio por nosotros.
 
 

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