ADICTOS A LA VIEJA FORMA DE VIVIR
5 Amasías
planeaba atacar a los habitantes de Edom, por lo que mandó llamar a todos los
hombres mayores de veinte años que pertenecían a las tribus de Judá y de
Benjamín. Los organizó de acuerdo a sus familias, y los puso bajo las órdenes
de los jefes del ejército. Eligió un total de trescientos mil de los mejores
soldados, muy hábiles en el uso de lanzas y escudos. 6-7 Además, contrató a cien mil valientes soldados
del reino de Israel, que pertenecían a la tribu de Efraín, y les pagó tres mil
trescientos kilos de plata.
Sin embargo, un profeta le
trajo este mensaje al rey:
—Dios no te ayudará si usas a
esos soldados de Israel. 8 Dios es el que
concede la victoria o castiga con la derrota; si tú insistes en reforzar tu
ejército con la ayuda de ellos, Dios hará que tus enemigos te derroten.
9 Pero Amasías
le respondió:
—Si les pido que se vayan, no
recuperaré los tres mil trescientos kilos de plata que les di.
El profeta le aseguró:
—Dios te dará mucho más que
eso.
10-13 Entonces
Amasías mandó de regreso a los soldados de la tribu de Efraín. Ellos se
enojaron muchísimo, y en su camino de regreso invadieron las ciudades de Judá,
desde Samaria hasta Bet-horón; mataron como a tres mil personas, y se llevaron
todas sus pertenencias. Luego regresaron a sus casas.
Mientras tanto, Amasías se
llenó de valor, y acompañado de su ejército fue al Valle de la Sal y mató a
diez mil hombres de Edom. A otros diez mil se los llevaron presos a la cima de
una roca alta, y desde allí los echaron abajo. Todos murieron estrellados contra
el suelo.
14 Luego Amasías regresó
a Jerusalén, y como se llevó consigo varias imágenes de dioses falsos, comenzó
a adorarlos y a quemar incienso en su honor.
15 Dios se
enojó mucho con Amasías, y envió un profeta con este mensaje para él:
«¿Cómo es posible que ahora
adores a dioses que no pudieron vencerte a ti cuando atacaste al pueblo que los
adoraba?»
16 Todavía
estaba hablando el profeta, cuando el rey lo interrumpió diciendo:
—¡No necesito de tus
consejos! ¡Cállate o te mueres! (2 Crónicas 25:5-16)
Pretendemos en
muchos momentos de la vida conseguir resultados satisfactorios siguiendo los métodos
de los que han fracasado antes de nosotros. Amasías fue ayudado por Dios para
vencer a sus enemigos y sin embargo, después de la victoria decidió seguir la
forma de vida y servir a sus dioses aun y a pesar de que esa forma de vida y
esos dioses no les habían servido para alcanzar la victoria.
Hoy nosotros, aun y
a pesar de todo lo que Dios ha hecho a nuestro favor, nos olvidamos de todo
ello y con facilidad vamos nuevamente a buscar todo aquello de lo que Dios ya
nos libró. Como Amasías, vemos el favor
de Dios y sin embargo le damos la espalda y volvemos a servir a nuestra depresión,
soberbia, a nuestras conductas codependientes y destructivas. Volvemos a nuestra antigua forma de hablar, a
nuestra incapacidad de amar y ser amados, a nuestra antigua forma de ver la
vida en donde lo temporal se prioriza por encima de lo eterno. Nos volvemos seculares y dejamos de lado la
gracia y el poder renovador de su espíritu.
Nos hacemos egocéntricos y solo buscamos nuestro propio bien a costa de
nuestros amigos, hijos o conyugue.
Olvidamos que la autonegación es también caminar en felicidad y que
servir a los demás en una forma de vida de los que están en el Reino de Dios.
No regresemos de
donde Dios ya nos sacó. No sigamos los métodos
de aquellos que desde la eternidad ya fueron vencidos por Dios. No perdamos de vista que nuestra ciudadanía está
en los cielos y que solo vamos de paso.
No olvidemos a quien nos amó y todo lo dio por nosotros.
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