NO HAY VICTORIA SIN DIOS




Cuando los filisteos supieron que David ya era rey de todo Israel, se unieron para atacarlo y fueron al valle de Refaim, donde comenzaron a atacar las aldeas vecinas. Pero David se enteró y salió a encontrarse con ellos. Allí consultó a Dios: «Si salgo a pelear contra los filisteos, ¿me ayudarás a vencerlos?»

Y Dios le contestó: «Claro que sí. Yo te ayudaré a vencerlos».

11-12 Entonces David salió a Baal-perasim, y allí venció a los filisteos. Los filisteos huyeron y dejaron tirados sus ídolos, así que David ordenó que los quemaran. A ese lugar David lo llamó Baal-perasim,[a] pues dijo: «Dios es fuerte como la corriente de un río, pues me abrió el camino para vencer a mis enemigos.»

13 Pero los filisteos volvieron a atacar a David y ocuparon todo el valle de Refaim. 14 David volvió a consultar a Dios, y Dios le respondió:

«No los ataques de frente; rodéalos y atácalos por detrás. Cuando llegues a donde están los árboles de bálsamo, 15 oirás mis pasos en la punta de los árboles. Ésa será la señal para que te lances al ataque. Ahí me verás ir delante de ti, para destruir al ejército filisteo».

16 Así lo hizo David, y ese día venció a los filisteos desde Gabaón hasta Guézer. 17 David se hizo muy famoso en toda la tierra, y Dios hizo que todas las naciones le tuvieran miedo a David. (1 Crónicas 14:8-16)

Hay guerras que no tenemos que pelear, pero sin duda ninguna la debemos pelear sin la ayuda de Dios.  Con facilidad nos hacemos de conflictos y terminamos metidos en una serie de problemas que nos quitaran el sueño, nos traerán trastornos alimenticios y robaran la paz de nuestra vida.

David era un hombre que se sabía poderoso pero sin embargo, no estaba dispuesto a enfrentar la vida sin la compañía y ayuda de Dios.  Antes de salir para hacer frente al enemigo, consulto a Dios si contaría con su ayuda.  Es decir, David no quería embarcarse en ninguna lucha si Dios no iba con Él.  Nosotros olvidamos esto y enfrentamos la vida solo porque creemos que podemos, porque creemos que somos capaces, que tenemos buenas influencias o los recursos para hacerlo.  El resultado la gran mayoría de las veces es catastrófico.  Terminamos metidos en más problemas que los que originalmente teníamos.

Si Dios no va con nosotros la victoria no es segura.  Sin el poder de Dios la victoria no está segura.  Si Dios no nos da la señal, inútil será salir disparados tras nuestras metas.

La victoria está en Dios no en nuestras fuerzas.  La estrategia es de Dios y no nuestra.  LKa vida se conquista de la mano de Dios.  El sí sabe cómo podemos hacerle frente para conquistar la victoria.


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