¿MUCHO BRINCO...Y LA FAMILIA?
Después
de esto, todos regresaron a sus casas; David también volvió a su casa y bendijo
a su familia (1 Crónicas 16:43)
Si nuestra
amistad con Dios no afecta positivamente a nuestra familia, no es amistad sino
religión. David adoro, sirvió, ofrendo y
priorizó a Dios y la consecuencia directa de ello fue una acción de amor hacia
los suyos: Su vida, sus palabras y sus prioridades fueron bendición para su
familia.
Nosotros hoy
hacemos una separación entre nuestra relación con Dios y con nuestra
familia. Festejamos mucho el domingo y
hablamos muy bonito de Dios pero si esto no hace bien a los nuestros no es más
que ruido. Cuando en verdad somos amigos
de Dios nuestro conyugue e hijos, así como padres, hermanos y primos, son
bendecidos abundantemente por nuestra
forma de hablar, vivir, amar, respetar, perdonar, servir, etc. Si no pasa esto, solo somos gente
religiosa. Muy animada, pero religiosa.
Sirvamos a Dios
y adorémosle, pero que ello sea de verdad y no fingido para que nuestra familia
encuentre bendición en ello y sigan nuestros pasos.
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