¿DE VERDAD?
Luego el
rey David se volvió a su hijo Salomón y le dijo:
9 «Salomón, hijo mío, Dios conoce todos tus
pensamientos, y sabe cuáles son tus intenciones en todo momento. Por eso,
obedécelo con amor y de buena gana. Él siempre responderá tus peticiones; pero
si no lo obedeces, él te rechazará para siempre. (1 Crónicas 28:8b-9)
Cuando decimos las
razones por las que hacemos las cosas, no necesariamente decimos las
intenciones verdaderas que nos movieron hacer y aún más a decir porque las
hacíamos. Lo hemos dicho antes, hacer lo
correcto es bueno, pero hacerlo por las razones correctas es sano, física,
emocional y espiritualmente.
David a conseja a su
hijo y le recuerda que Dios conoce las intenciones de su corazón en todo
momento. Podemos engañar a los hijos, a
la esposa o el esposo, a los amigos, a los padres, a la gente de la
congregación, aun a nosotros mismos, pero a Dios jamás. Nuestros motivos nunca le son ocultos.
Debeos dejar que
Dios nos revele la intimidad de nuestro propio corazón y nos dé razones
correctas para servir, amar, cuidar, proveer, estudiar, trabajar, ir a la
iglesia, etc. Debemos permitir que Dios
purifique nuestros motivos y con ello nos permita disfrutar de la vida al cien
por ciento. Pidámosle a Dios nos de la valentía
para no usar, ni manipular a nadie en nuestro entorno y mucho menos torcer la
verdad que nos mueve a ser quienes somos.
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