...Y TERMINAMOS CON CADENAS..

 
Dios estaba tan enojado con los israelitas que los abandonó y dejó que se los llevaran prisioneros. Los únicos israelitas que Dios no entregó como prisioneros fueron los de Judá. 19 Sin embargo, ellos tampoco obedecieron los mandamientos de Dios sino que siguieron las mismas costumbres que los de Israel. 20 Entonces Dios también los abandonó y los hizo sufrir, pues dejó que sus enemigos los atacaran y los vencieran. (2 Reyes 17:18-20)
¿De qué somos prisioneros hoy?  ¿Qué cosas en nuestra vida generan dolor, frustración, depresión, enojo, desesperanza o miedo?  Todo ello y más no es sino la consecuencia directa de nuestras acciones, decisiones y motivos.  Es el resultado de vivir fuera y lejos de la gracia de Dios.
Pensamos que ser gente religiosa o que participa en su iglesia local es a los que Dios nos llamó.  Resumimos los asuntos de pecado a lo moral y creemos que porque no hacemos cosas escandalizantes estamos bien.  Sin embargo en nuestra vida permanece, la burla, la crítica, el pensamiento rígido, la intolerancia, el chantaje y la manipulación dentro y fuera del hogar, el egoísmo, la soberbia que se enmascara de falsa piedad, etc. Todo ello tampoco honra a Dios y nos aleja de su gracia porque basamos nuestra relación con Él en nuestra propia justica que enmascara  la realidad de nuestra vida.
El pecado en cualquiera de sus formas nos aprisiona y nos pone “en línea” para vivir en la búsqueda de la felicidad sin alcanzarla nunca, porque esta solo vine de Dios y se manifiesta en una vida que disfruta estar sujeta a su verdad.

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