¿...Y SI MEJOR OBEDECEMOS Y CONFIAMOS...?


1-2 Ezequías hijo de Ahaz comenzó a reinar en Judá a los veinticinco años, cuando Oseas hijo de Elá tenía ya tres años de gobernar en Israel. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró veintinueve años. Su madre se llamaba Abí hija de Zacarías.

Ezequías obedeció a Dios en todo, tal como lo había hecho su antepasado David. Quitó los pequeños templos de las colinas en donde la gente adoraba a los dioses, y destruyó todas las imágenes de Astarté. También hizo pedazos a la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque los israelitas la trataban como a un dios, pues le quemaban incienso y la llamaban Nehustán.

Ezequías confió en el verdadero Dios de Israel. Ni antes ni después hubo en Judá otro rey como él. Siempre fue fiel a Dios, y obedeció todos los mandamientos que Dios le había dado a Moisés. Por eso Dios siempre lo ayudaba y permitía que le fuera bien en todo.

Un día Ezequías se puso en contra del rey de Asiria, y le dijo que no seguiría bajo su dominio. También venció a los filisteos que estaban en los pequeños poblados y en las ciudades, hasta Gaza y sus fronteras. (2 Reyes 18:1-8)


Cuántos planes hacemos en la vida y con tan pocos resultados.  Pensamos y soñamos con cosas buenas para nosotros y los nuestros y no pasamos muchas veces de tan solo soñar.  Nos esforzamos muchísimo y sin embargo los resultados son pobres. ¿Por qué?  Porque no obedecemos ni confiamos en Dios.  Aprendimos solo a mentir, manipular, usar a quienes nos rodean, a buscar a nuestra forma la felicidad, pero no hemos aprendido a obedecer y confiar.

Los buenos resultados en la vida están en la obediencia y en la confianza a Dios, fuera de ello solo cosecharemos problemas, sinsabores, angustias, enfermedad, problemas económicos, etc.

Seamos como Ezequias y pidámosle a Dios nos enseñe a obedecer y a confiar en Él, si lo hacemos, seguramente veremos muchos de nuestros deseos cumplidos y disfrutaremos más nuestra vida.

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