¿Y LA BASURA..?

 


El rey Josías ordenó que sacaran del templo todos los objetos que se usaban para adorar a Baal, a Astarté y a todos los astros del cielo. Los sacerdotes, y su jefe Hilquías, y los encargados de cuidar el templo cumplieron sus órdenes. Luego el rey ordenó que quemaran todo en los campos de Cedrón, en las afueras de Jerusalén, y que llevaran las cenizas a Betel. También expulsó a los sacerdotes que los reyes de Judá habían nombrado para quemar incienso en los pequeños templos de las colinas, edificados en honor de Baal, el sol, la luna y las estrellas. Además ordenó que en todas las ciudades de Judá y alrededor de Jerusalén se quitaran los pequeños templos, y sacaran del templo de Dios la imagen de la diosa Astarté y la llevaran al arroyo de Cedrón, en las afueras de Jerusalén. Allí la quemaron y esparcieron las cenizas sobre el cementerio del pueblo. También mandó derribar las habitaciones del templo donde se practicaba la prostitución para adorar a los dioses, y donde las mujeres tejían mantas para la diosa Astarté. (2 Reyes 23:4-7)
Si nos vemos con honestidad, nos daremos cuenta que tenemos un concepto muy “mocho” de la fe y de lo que debe ser nuestra relación con Dios.  Creemos que ir cada domingo a la iglesia nos hace buenas personas, que participar en alguna actividad nos gana el favor de Dios y el cumplir con los lineamientos de nuestra iglesia local es suficiente para sentir que podemos heredar la vida eterna.  La realidad es que aun en nosotros hay muchos valores, creencias, prioridades, intereses, verdades y sobre todo formas de vida “extra domingo” que distan mucho de Dios.
Chismeamos con facilidad, mentimos para salir del paso sin empacho alguno, manipulamos las circunstancias y personas para conseguir lo que queremos.  Somos desleales, desinteresados, egoístas, vanidosos, poco perdonadores, agresivos física y verbalmente, damos malos ejemplos a nuestros hijos, somos malos amigos, etc.  Aunque vamos a la iglesia cada domingo sin falta y cantamos apasionadamente las canciones y levantamos las manos y decimos te amamos Dios, en la intimidad de nuestra vida la realidad es otra muy distinta. Hacemos, sentimos y creemos cosas que nuestro Padre no hace, siente ni cree y hasta le buscamos una justificación bíblica a muchas de ellas.
Tenemos que ser como Josías.  Debemos de hacer una limpieza de nuestro interior y sacar todo aquellos que, aunque somos creyentes, son señales que indican que en lo privado adoramos a otros dioses.  Veamos con honestidad para que lo que quede, en verdad honre a Dios, quien fue el que pago el precio para nuestra libertad.
 

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