BENDECIDOS PARA NO LLORAR




Cuando Jabés nació, su madre le puso ese nombre porque le causó mucho dolor[a] durante el nacimiento. En cierta ocasión, Jabés le rogó a Dios: «Bendíceme y dame un territorio muy grande; ayúdame y líbrame de todo mal y sufrimiento». Dios le concedió su petición, y Jabés llegó a ser más importante que sus hermanos. (2 Crónicas 4:9-10)

 

¿Qué le pide a Dios?  Jabés rogó por la bendición de Dios, por la prosperidad que viene de la mano de Dios, por la ayuda y la libertan del Padre. ¿Nosotros que pedimos?  ¿Cuáles son las cosas por las que rogamos e insistimos?

La escritura dice que “pedimos mal”  En realidad no pedimos la bendición, ni su ayuda, ni su protección.  Pedimos nuestros deseos y esperamos que estos se conviertan en los deseos de Dios para nosotros y entonces nos los de.  Estamos tan comprometidos en la búsqueda de nuestros deleites que olvidamos preguntarle a Dios si estos provienen de Él y si el alcanzarlos en verdad nos hará personas felices.

La felicidad en la vida no viene por alcanzar lo que deseamos, sino por recibir y disfrutar todo aquello con lo que Dios nos bendice.  Gastar la vida en “salirnos con la nuestra” sin duda nos aleja más de lo que tanto buscamos, solo la bendición de Dios nos “enriquece y no añade triste a nuestra vida”  Si vamos tras nuestros deseo y terminamos con lágrimas en nuestros ojos, debemos concluir que Dios jamás estuvo ahí.

Jabés fue prosperado no porque pidió, sino porque pidió lo que Dios quería para él.  No gastemos nuestra vida en deseos temporales que se logran manipulando a otros, abusando de la confianza del de junto, ocultando motivos ni violentando el ánimo de los demás.  Ello nos llevará al camino de las lágrimas y frustración.  Mejor hablemos con Dios y digámosle Señor bendice mi vida como tu deseas, porque sé que ello traerá abundante paz y felicidad a toda mi vida.


Comentarios

Entradas populares