¿A QUIEN IMITAS?
Josías
comenzó a reinar a los ocho años. La capital de su reino fue Jerusalén, y su
reinado duró treinta y un años. Su madre era de Boscat, y se llamaba Jedidá
hija de Adaías. 2 Josías
obedeció a Dios en todo, pues siguió fielmente el ejemplo de su antepasado
David. (2 Reres 22Josías comenzó a reinar a los ocho años. La capital de
su reino fue Jerusalén, y su reinado duró treinta y un años. Su madre era de
Boscat, y se llamaba Jedidá hija de Adaías. 2 Josías obedeció a Dios en todo, pues siguió
fielmente el ejemplo de su antepasado David (2 Reyes 22:1-2)
¿El ejemplo de
quien seguimos para construir nuestra vida? ¿De nuestro padre? ¿De nuestra madre? ¿De los amigos? ¿De quién?
Sin duda alguna no podemos dejar de imitar a algunas personas que nos representan
autoridad o a quienes admiramos. Eso no está
mal. El problema radica en el hecho de
si sabemos cuál será el resultado. Josías
imito a alguien que aunque cometió errores sabía aceptar su responsabilidad y
corregir el rumbo, pero ¿nosotros imitamos a personas como David?
Construimos
nuestra vida en base a lo que vimos hacer a nuestros padres con nosotros. De ellos aprendimos a ser hijos, cuando los veíamos
interactuar con sus padres, aprendimos a ser padres cuando interactuaban con
nosotros, aprendimos a ser pareja cuando les vimos interactuar entre
ellos. Ahí aprendimos a amar, cuidar,
tolerar, enojarnos, sufrir, proteger, educar, pelear, ayudar, etc. Con todo
ello hemos construido nuestra vida.
Aparte agregamos a los amigos, conocidos, modelos de vida publicitados
en los medios electrónicos de comunicación, etc. Sin embargo, nos hemos preguntado ¿a dónde nos llevará todo ello? ¿Hemos
cuestionado si los ejemplos que seguimos son los adecuados en nuestra vida?
¿Hemos analizado si todo lo aprendido de nuestros padres y amigos nos ayuda a
construir nuestra vida o con ello la destruimos? Si seguimos a alguien sin duda llagaremos al
mismo lugar que esa persona, la pregunta es, ¿nos gustará?
Josias siguió un buen ejemplo y
sus frutos en la vida fueron buenos. Si
nosotros queremos una vida llena de paz, alegría, felicidad, victoria, tenemos
que imitar a aquellas personas que Dios ha puesto en nuestro entorno y que a
todas lucen viven esa clase de vida.
Seguir el consejo de aquellos que sus vidas no tienen esos frutos sin
duda nos meterá en más “dolores” de los que ya tenemos.
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