¿QUE ESCONDEMOS AUN?


El rey Joram había ido a la ciudad de Ramot de Galaad para defenderla del ataque de Hazael, rey de Siria. Pero los sirios hirieron a Joram en la batalla y éste tuvo que regresar a la ciudad de Jezreel para curarse. Ocozías, rey de Judá, se enteró de lo sucedido y fue a visitarlo.
Mientras tanto, Jehú hacía planes para matar a Joram, así que les dijo a sus compañeros: «Si ustedes de verdad quieren que yo sea el rey, no permitan que nadie vaya a Jezreel a avisarle a Joram de mis planes».
Entonces Jehú subió a su carro de combate y se fue a Jezreel. 17 Cuando el guardia que estaba en la torre vio a Jehú y a la gente que lo acompañaba, dijo: «¡Viene gente!»
Joram ordenó: «Que vaya un soldado a preguntarles si vienen en son de paz».
18 Entonces uno de los soldados tomó un caballo y fue a encontrarse con Jehú, y le dijo:
—El rey quiere saber a qué vienen.
Jehú le contestó:
—¿A ti qué te importa? ¡Ponte detrás de mí!
El hombre que estaba observando en la torre avisó: «El jinete llegó hasta donde estaban, pero no regresa». 19 Entonces el rey envió a otro jinete. Cuando éste llegó a donde se encontraban Jehú y su gente, les dijo:
—El rey quiere saber si vienen en son de paz.
Jehú le contestó:
—¿A ti qué te importa? ¡Ponte detrás de mí!
20 El hombre de la torre dijo de nuevo: «El otro jinete llegó también, pero no regresa. Por la manera de conducir parece que se trata de Jehú, pues viene muy rápido». 21 Joram entonces ordenó: «¡Preparen mi carro de combate!»
Ellos prepararon el carro, y después Joram y Ocozías salieron en busca de Jehú. Lo encontraron en el campo de Nabot, en Jezreel. 22 Cuando Joram vio a Jehú le dijo:
—¿Vienes como amigo?
Jehú contestó:
—¿Cómo puedo ser amigo tuyo si tu madre sigue adorando a los ídolos y haciendo brujerías?
23 Joram se dio vuelta y escapó mientras le gritaba a Ocozías: «¡Es una traición, Ocozías! ¡Es una traición!»
24 Jehú estiró su arco con todas sus fuerzas, y le disparó una flecha a Joram. La flecha le entró por la espalda y le atravesó el corazón. Joram cayó muerto en su carro. 25 Entonces Jehú le dijo a su sirviente Bidcar:
«Levanta el cuerpo de Joram y llévalo al campo de Nabot, en Jezreel. Recuerdo que cuando tú y yo manejábamos los carros de combate del rey Ahab, Dios dijo en contra de él: 26 “Ayer vi cómo mataron a Nabot y a sus hijos. Te aseguro que en este mismo lugar voy a darte el castigo que mereces”. Por lo tanto, levántalo y arrójalo en el campo de Nabot. Así se cumplirá lo que Dios había anunciado». (2 Reyes 9:14-26)

Tendemos hacer muy críticos con los errores de otros y sumamente permisivos con los nuestros.  Permitimos que el pecado en nuestra vida anide con mucha facilidad.  Tenemos mucho cuidado de que aquello que es inmoral o socialmente no aceptado no se convierta en una conducta repetitiva o por lo menos evitamos que los “hermanos” no se enteren, sin embargo, permitimos que muchas conducta destructivas aniden y den fruto abundante en nosotros. Joram quería a Jehú de aliado y seguir siendo rey.  Sin embargo conservaba en su vida y en la de su familia hábitos que destruían y lastimaban a muchos.

A nosotros nos pasa igual.  Deseamos bendición de Dios, una vida abundante, paz en nuestro sueño, armonía en nuestras relaciones, etc. Pero conservamos hábitos que vienen desde nuestros padres y abuelos.  Seguimos amando de manera equivocada, criticando con facilidad a otros, usando a la gente que nos rodea para satisfacer necesidades sin importarnos sus sentimientos,  seguimos priorizando mal el tiempo, el dinero, la vida de familia, la vida de pareja, los amigos, la diversión, etc.  Conservamos adicciones en nuestra vida a cosas, personas, sentimiento o emociones.  La gracia es inmensa, pero Dios no es ciego.

Estamos en el segundo mes del año y es tiempo aun de empezar una restructuración en nuestra vida.  Dios nos ama tal y como somos, pero nos ama tanto que desea que seamos mejores, desea que seamos felices como Él lo es.

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