¿PRODUCIMOS ALEGRIA O DOLOR?


Eliseo se puso tan enfermo que estaba a punto de morir. Joás, rey de Israel, fue a verlo, y lloró por él, diciendo: «¡Mi señor, mi señor! ¡Fuiste más importante para Israel que los carros de combate y los soldados de caballería!» (2 Reyes 13:14)
¿Cuántas personas son mejores hijos, padres, hermanos, pareja, porque nuestra cercanía fisca, emocional o espiritual les bendice?  ¿La gente que nos ama y está cerca de nosotros encuentra su mejor versión de sí mismo con nuestra compañía, cuidado y amor o se convierten en personas tristes y desesperanzadas?
Eliseo bendijo con su vida a toda una nación.  Su muerte fue causa de dolor y no de alegría.  Le extrañarían,  su ausencia costaría mucho para todo Israel.  ¿Pasaría lo mismo con nosotros? O ¿la gente que nos rodea viviría en paz si ya no estamos en su entorno, o ya no influimos más en su vida?
Fuimos llamados a traer a la vida de los demás paz, dirección, consuelo, esperanza, ánimo para seguir, etc.  Si no lo hacemos así, seguramente estamos haciendo lo contrario y muchos sufren porque no respondemos correctamente al llamado de Dios.  Revisemos como estamos marcando la vida de nuestros hijos, de nuestra pareja, de nuestros padres, de nuestros hijos, etc.  Si tenemos que hacer cambios para bendecirlos hagámoslo, a fin de que aquellos que Dios ha puesto a nuestro alrededor sean bendecidos abundantemente, por nuestro hablar, vivir, amar, reír, comer, comprar, descansar, etc.

 

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