LO QUE NO SE APRENDE POR DISCERNIMIENTO SE APRENDE POR SUFRIMIENTO
Azarías hijo de Amasías comenzó a reinar a los dieciséis años en Judá, cuando Jeroboam ya tenía veintisiete años de gobernar en Israel. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró cincuenta y dos años. Su madre, que era de esa ciudad, se llamaba Jecolías.
3 Azarías obedeció a Dios en todo, al igual que lo hizo su padre Amasías. 4 Sin embargo, no quitó los pequeños templos de las colinas, en los que la gente seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso a los dioses. 5 Por eso Dios castigó a Azarías haciendo que se enfermara de lepra, y eso lo obligó a vivir, hasta el día de su muerte, en un lugar aparte dentro del palacio. Su hijo Jotam se encargó de gobernar al pueblo. (2 Reyes 15:1-5)
Hay muchas bendiciones que Dios quiere compartir con nosotros, pero “nuestras indecisiones” son un obstáculo que se opone. De igual forma, Él nos ha dado muchas capacidades para alcanzar a través de ellas metas en la vida, sin embargo, no llegamos a donde nos proponemos porque “nuestras omisiones” se oponen a ello. Azarías fue un buen rey que “casi” obedece en todo a Dios, pero se codo corto en el intento. Permitió que ciertos hábitos limitaran su vida. Se dio permisos que terminaron por no permitirle disfrutar lo que suponía que disfrutaría.
A nosotros no sucede igual hoy día. Creemos que con ir al templo ua vez por semana y no hacer cosas que se consideran malas e inmorales, estamos al 100% con Dios, pero no es así. Tenemos hábitos, manías, carencias no resueltas, malas formas de enfrentar la vida que no nos permiten ir a donde nosotros suponemos iremos, al permitimos esas concesiones. Creemos que si cedemos un poco, seguramente seremos felices, resolveremos nuestras insatisfacciones, reiremos más y disfrutaremos más la vida, pero no es así. Terminamos como Azarías, con mayor dolor y solos.
La felicidad, la meta lograda y la vida resuelta, no se alcanza con atajos, sino únicamente aprendiendo a vivir de la mano de Dios. Recordemos lo que no se aprende por discernimiento, seguramente se aprenderá por sufrimiento.
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