AMBICION




Eliseo dijo:
—Vete tranquilo.
Naamán se fue, y cuando ya se había alejado bastante, 20 Guehazí, el sirviente de Eliseo, pensó: «El profeta Eliseo ha dejado ir a Naamán sin aceptar ningún regalo. Voy a correr detrás de él para conseguir algo. Lo juro por Dios».
21 Entonces Guehazí siguió a Naamán, y cuando éste vio que Guehazí corría tras él, se bajó del carro y le preguntó:
—¿Está todo bien?
22 Guehazí contestó:
—Sí, todo está bien. Eliseo me envió a decirle que dos profetas jóvenes acaban de llegar de las montañas de Efraín. Él le ruega que les dé tres mil monedas de plata y dos vestidos completos.
23 Naamán dijo:
—Por favor, acepta seis mil monedas de plata.
Naamán insistió en que las aceptara, y las puso en dos bolsos, junto con los dos vestidos. Todo esto se lo dio a dos sirvientes suyos, para que acompañaran a Guehazí de regreso. 24 Cuando llegaron al monte Carmelo, donde vivía Eliseo, Guehazí tomó los bolsos que llevaban los sirvientes de Naamán y los guardó en la casa. Después se despidió de los hombres.
25 Guehazí entró en la casa y se presentó delante de Eliseo, quien le preguntó:
—¿De dónde vienes, Guehazí?
—No he ido a ningún lado —contestó Guehazí.
26 Pero Eliseo le dijo:
—Yo sé que Naamán se bajó de su carro para recibirte, pues yo estaba allí con mi pensamiento. Éste no es el momento de aceptar dinero, ropa, viñedos o huertos de olivos, ovejas, toros ni esclavos. 27 Y como tú aceptaste el regalo de Naamán, su lepra se te pasará a ti y a tu familia para siempre.
Cuando Guehazí se separó de Eliseo, ya estaba enfermo de lepra. Su piel quedó pálida como la nieve.
(2 Reyes 5:19-26)

Desear prosperar es un deseo valido.  Ser movido por la ambición y la envidia sin duda traerá dolor a nuestra vida.  Esto fue lo que le paso a Guehazi.  Su corazón no solo desea prosperar sino que ese buen deseo se había convertido en una fuerza interna que controlaba su vida.

Vivir bajo el poder de la ambición y la envidia, nos hace competir con otros, mentir, tratar de sacar ventaja, se desleales con quienes han sido buenos con nosotros, usar personas, manipular, torcer la verdad, etc.  Este hombre conocía una forma de vida en la que Dios proveía para sus necesidades.  Seguramente por su posición, tenía aun más de lo que hubiera imaginado, sin embargo no le era suficiente, su deseo era tener más y con ello sentir que era más que otros.

Debemos tener cuidado con esto.  Desear nuestro bien es algo a lo que Dios nos motiva, pero la línea que nos lleva a perder el control es tan “descolorida” que si no tenemos cuidado lo pasamos con facilidad.  El problema es que en el proceso lastimamos a quienes nos quieren y finalmente, como el hombre de la historia terminamos llenos de dolor y desesperanza.  Trabajemos duro cada día por nuestro bien y el de nuestras familias, pero seamos prudente de no llegar a ser esclavos de nuestros propios deseos.

Comentarios

Entradas populares