¿TRISTES?


Después, un hombre que pertenecía al grupo de los profetas de Dios le dijo a uno de sus compañeros:
—Dios ordena que me hieras. Por favor, hazlo.
Pero su compañero no quiso herirlo. 36 Entonces el profeta le dijo:
—Tan pronto te separes de mí, te matará un león, pues no quisiste obedecer a Dios.
Y así fue. Tan pronto como el hombre se separó del profeta, vino un león y lo mató.
37 Después el profeta encontró a otro hombre y le dijo:
—Te ruego que me hieras.
El hombre lo golpeó y lo hirió. 38 Entonces el profeta partió y fue a esperar al rey en el camino. Se puso una venda sobre los ojos para disfrazarse, 39 y cuando el rey pasó, el profeta le gritó:
—Yo estuve en la batalla. Un soldado salió, trajo a un hombre del ejército enemigo y me pidió que lo cuidara. Me dijo que si se escapaba, él me mataría, pero que si le pagaba tres mil monedas de plata, me perdonaría. 40 Pero como yo estaba muy ocupado en otras cosas, el prisionero se escapó.
Entonces el rey le contestó:
—Tú mismo has dicho cuál es el castigo que mereces. Lo recibirás.
41 Entonces el profeta se quitó rápidamente la venda de los ojos, y el rey de Israel lo reconoció como uno de los profetas. 42 El profeta le dijo al rey:
—Dios me ordenó que te dijera que debiste haber matado al rey de Siria, pero tú lo dejaste escapar. Por eso vas a morir en su lugar, y también tu pueblo morirá en lugar de su pueblo.
43 Entonces el rey de Israel se fue a su palacio en Samaria. Estaba enojado y triste. (1 Reyes 20:35-43)

Acab había desobedecido a Dios y cuando fue confrontado con su mal parecer no se arrepintió, solo se enojo y entristeció.  Cuando nos equivocamos y se nos exhibe nuestro error y no nos volvemos a Dios y aprendemos de la experiencia para no repetirla, difícilmente disfrutaremos de la vida.

Aveces nos damos cuenta que estamos en un error.  Que lo que estamos haciendo es incorrecto.  Que nuestra conducta dista mucho de ser la que Dios espera de nosotros y sin embargo no nos volvemos a Él.  Nos empeñamos en dar una buena explicación sobre porque actuamos como lo hacemos y tratamos de justificarnos a toda costa, pero aun y a pesar de nuestra explicaciones, la verdad es que estamos caminando lejos de Dios.

Somos como Acab.  Solo nos enojamos y terminamos siendo personas tristes.  Ante el pecado cometido,  el único camino que hay es el arrepentimiento, todo lo demás.  Cualquier otra opción nos dejará con un mal sabor de boca y muy tristes.

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