PEQUEÑOS PERMISOS


Ahab desobedeció a Dios y cometió más pecados que todos los reyes anteriores. Se comportó peor que Jeroboam, pues se casó con Jezabel hija de Et-baal, rey de los sidonios y terminó adorando a baal. (1 Reyes 16:30-31)
Las conductas que esclavizan, no siempre comienzan en lo peor.  Son progresivas.  Primero nos damos permiso para hacer ciertas cosas que no nos parecen tan dañinas, pero al paso del tiempo, como Ahab, terminamos haciendo lo que un día dijimos nunca haríamos.
Ahab, tenía un corazón que nos busca a Dios, sin embargo su cultura le hacía considerar a Dios de alguna manera. Sin embargo poco a poco fue olvidando los valores fundamentales de su vida y terminó sirviendo a adorando a otro Dios.  Eso nos pasa a nosotros hoy día.  Nos permitimos airarnos y terminamos insultando o hiriendo a quienes nos quieren. Nos permitimos intimar con quien no debemos y terminamos adulteran, nos permitimos decir alguna mentira y terminamos esclavizados a la falsedad.  Un pequeño permiso que parece nos dejará vivir situaciones “inocentes” termina llevándonos muchas veces a ser esclavos del dolor, la ansiedad, la depresión, el desamor y la angustia.
Cuidemos que cosas nos estamos permitiendo hacer para no terminar con Ahab.  Dios nos hizo libre y es una libertad que debemos atesorar.

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