MANIPULAR MATA



En la ciudad de Jezreel, vivía un hombre llamado Nabot. Allí tenía una plantación de uvas al lado del palacio de Ahab, rey de Samaria. El rey le dijo a Nabot:
—Quiero comprarte tu viñedo. Como está al lado de mi palacio, quiero sembrar allí verduras. Yo te daré un mejor lugar para cosechar uvas o, si lo prefieres, te pagaré con dinero.
Pero Nabot le contestó:
—¡Ni quiera Dios! No le daré a usted lo que mis padres me dejaron al morir.
Entonces Ahab se fue a su palacio enojado y triste. Después se acostó en su cama mirando hacia la pared y no quiso comer. Su esposa Jezabel fue a verlo y le preguntó:
—¿Por qué estás tan triste y no quieres comer?
Ahab le respondió:
—Porque le pedí a Nabot que me vendiera su plantación de uvas. Le dije que se la iba a pagar o que si prefería le daría un lugar mejor. Pero él me respondió que no me la dará.
Su esposa Jezabel le dijo:
—¿Acaso no eres tú el que manda en Israel? Levántate, come y alégrate. Yo te voy a conseguir la plantación de Nabot.
Así que Jezabel escribió cartas de parte de Ahab y les puso el sello del rey. Después se las envió a los líderes del pueblo y a los jefes que vivían en la misma ciudad que Nabot. 9-13 En las cartas les decía:
«Ordénenle al pueblo que se ponga a ayunar. Luego llamen a reunión, y hagan sentar a Nabot delante de todos. También hagan sentar delante de él a dos testigos falsos que mientan diciendo que Nabot maldijo a Dios y al rey. Entonces saquen afuera a Nabot y mátenlo a pedradas».
Los líderes y los jefes hicieron lo que Jezabel les dijo. Cuando ya estaban todos reunidos, los dos testigos falsos hablaron en contra de Nabot ante todo el pueblo. Entonces lo sacaron de la ciudad y lo mataron a pedradas. 14 Luego le mandaron a decir a Jezabel: «Nabot está muerto».
15 Enseguida Jezabel llamó a Ahab y le dijo:
—Ve y toma el viñedo de Nabot, el que no te quiso vender, porque Nabot ya está muerto. (1 Reyes 21:1-15)

Manipular mata.  Hay quienes como Jezabel siempre buscan la forma de salirse con la suya a toda costa y con ello traen dolor a la gente que les rodea.

Jezabel era una mujer sin límites.  No entendía de las necesidades y emociones de los demás.  Tenía la virtud de sacar lo peor de los demás y cuando montaba en cólera la gente prefería no estar cerca.  Sin embargo, su mayor problema era que tenía una tendencia a manipular las cosas y a las personas sin importarle las consecuencias.

Muchos hoy somos como ella. Quizá menos evidentes ante los ojos de los demás pero no de los de Dios.  Tratamos de conseguir lo que deseamos y a veces en ese empeño lastimamos a la gente que está cerca de nosotros.  Conyugue, hijos, padres, amigos, etc.  Acab y Jezabel nunca tuvieron el cuidado de no ser manipuladores y abusivos y todo ello trajo dolor a sus propios hijos.

Dejemos atrás conductas destructivas y permitamos que la gracia de Dios nos deje ser hombres y mujeres que bendigan a otros y no que causemos dolor.

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