CONFIAR NO ES UN ASUNTO DE RELIGION


Entonces Dios le dijo a Elías: «Ve a Sarepta, pueblo de la región de Sidón, y quédate a vivir ahí. Yo le he ordenado a una viuda que te alimente».
10 Elías se levantó y se fue. Cuando llegó a Sarepta vio a una viuda que estaba juntando leña. Entonces la llamó y le dijo:
—Por favor, tráeme un poco de agua en un vaso.
11 Cuando la viuda se volvió para traérselo, él le dijo:
—Tráeme también un poco de pan.
12 Pero la mujer le dijo:
—Te juro por Dios que no tengo pan. Sólo tengo un poco de harina en una jarra y un poco de aceite en una botella. Ahora estoy juntando leña para ver qué preparo para mi hijo y para mí. Después de comer probablemente moriremos de hambre, pues ya no tenemos más comida.
13 Entonces Elías le contestó:
—No tengas miedo. Ve y haz lo que has dicho. Pero primero cocina un pequeño pan para mí y tráemelo. Después prepara pan para ti y para tu hijo, 14 pues el Dios de Israel dijo que no se terminará la harina que está en la jarra ni el aceite que tienes en la botella hasta que él haga llover otra vez.
15 La mujer fue e hizo lo que Elías le dijo, y tanto ella como su hijo y Elías tuvieron comida durante muchos días. 16 Ni la harina de la jarra ni el aceite de la botella se acabaron. Así se cumplió lo que Dios había dicho por medio de Elías. (17:8-16)

Confiar en Dios no es un asunto de palabras sino de hechos.  Fácil resulta cantar el domingo en la iglesia que confiamos en Él pero el resto de la semana estar afanados por todas las cosas que deseamos o necesitamos.  La mujer de la historia fue retada a confiar en Dios “dando su todo” en tiempo de necesidad.  No sería fácil decidir obedecer a Dios, pues era un asunto de vida o muerte para ella y su hijo.  Sin embargo confió.  Creyó que su lógica no era correcta pero la de Dios sí.  Aunque los hechos le decían que se lo pasaría mal, ella le creyó a Dios cuando le dijo que no estaría desamparada.

A veces nosotros fallamos cuando Dios nos pide que confiemos en su provisión.  El temor controla nuestra razón y preferimos seguir nuestra verdad y no la verdad de Dios.  Creemos que la forma en que aprendimos a ser padres es mejor que la verdad de Dios y fracasamos.  Creemos que  nuestra experiencia sobre la administración del dinero es mejor que las promesas de Dios y terminamos metidos en deudas.  Creemos que la forma en que aprendimos a mar y ser amados es correcta y desechamos la verdad de Dios y terminamos solos y en desamor.  Confiar en Dios no es un asunto de religión sino un estilo de vivir.  Es renunciar a nuestra verdad y vivir en la verdad eterna del Padre a pesar que eso implique ir en contra de la corriente como lo hizo esta viuda, que seguramente ante los ojos de sus vecinos actuó mal, pero hayo gracia delante de Dios.

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