¿Y SI ES VERDAD?


Cuando el rey David llegó a Bahurim, salió a su encuentro Simí hijo de Guerá, que era pariente de Saúl. Simí empezó a arrojarles piedras a David y a los guardias que lo rodeaban, Además, insultaba a David y le decía:
«¡Vete de aquí, asesino malvado! ¡Tú querías ser rey, y por eso mataste a los parientes de Saúl! Pero ahora Dios te está castigando. ¡Qué bueno que ahora el rey es tu hijo Absalón! ¡Eso te mereces por asesino!»
Abisai hijo de Seruiá le dijo al rey:
—¿Por qué permite Su Majestad que este inútil lo ofenda? ¡Déjeme usted ir a cortarle la cabeza!
10 Pero el rey le dijo:
—No te metas en mis asuntos. Tal vez Dios lo mandó a maldecirme. Si es así, nosotros no somos nadie para impedírselo. (2 Samuel 16:5-10)
Cómo nos molesta que la gente hable de nosotros.  Nos crea sentimientos de enojo el hecho de que la gente señale nuestros errores o discrepe de nuestra opinión.  Sentimos que nos enfrentan, que son injustos o que no nos valoran.
En un tiempo difícil, David enfrento un hecho así.  Mientras huía, alguien enojado con su manera de ser le encaro y le dijo lo que pensaba sobre su persona.  Ante ello, Abisai se ofreció a vengar al rey y cortarle la cabeza al que vociferaba en su contra, sin embargo David actua con prudencia y pensó que quizá todo lo que aquel hombre decía de él era verdad y nunca se había dado cuenta de su manera de ser.
Creo que cuando alguien hable de nosotros en lugar de enojarnos deberíamos de tomarnos el tiempo y meditar en lo dicho, quizá mucho de ello sea cierto y nunca nos hemos percatado de nuestro proceder.  Quizá sea Dios encarándonos por lo mal que hemos actuado en tanto nosotros hemos permanecido ciegos ante tales conductas.

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