NO TODO LO HACEMOS BIEN


Entonces, Dios envió al profeta Natán para que le diera a David este mensaje:
«En cierta ciudad había dos hombres. Uno de ellos era rico, y el otro era pobre. El rico tenía muchas ovejas y muchas vacas; en cambio, el pobre sólo tenía una ovejita. La había comprado, y él mismo la había criado y cuidado como si fuera su propia hija. Tanto quería ese hombre a la ovejita que hasta le daba de comer de su mismo plato, y la dejaba recostarse y dormir en su pecho. Y así la ovejita fue creciendo junto con los hijos de ese hombre.
»Un día llegó un visitante a la casa del rico, y el rico lo invitó a comer. Pero como no quería matar ninguna de sus ovejas ni de sus vacas, le quitó al pobre su ovejita y la mató para darle de comer a su visitante».
5-6 Al oír esto, David se enojó muchísimo contra el hombre rico y le dijo a Natán:
—¿Pero cómo pudo hacer eso? ¡Ese hombre no tiene sentimientos! Te juro por Dios que ahora tendrá que pagarle al pobre cuatro veces más de lo que vale la ovejita. Y además, ¡merece la muerte!
7-8 Entonces Natán le dijo:
—¡Pues tú, David, eres ese hombre! Y ahora el Dios de Israel quiere que oigas esto:
“Yo te hice rey de todo mi pueblo. Yo te cuidé para que Saúl no te matara. Hasta te di su palacio y sus mujeres, y aun te habría dado mucho más, si tú así lo hubieras querido.
”¿Por qué te burlaste de mí, que soy tu Dios? ¿Por qué hiciste lo que yo prohíbo? En realidad no fueron los amonitas quienes mataron a Urías; lo mataste tú, ¡y lo hiciste para quedarte con su mujer!
10 ”Pero ahora, por haberte burlado de mí, y por haberle quitado a Urías su mujer, siempre habrá en tu familia muertes violentas. 11-12 Tus propios hijos te harán sufrir mucho. Si a escondidas tuviste relaciones sexuales con la mujer de otro, yo haré que otros tomen a tus mujeres y se acuesten con ellas delante de todo el mundo”. (2 Samuel 12:1-12)

Cuando David fue expuesto por Dios a sus propios hechos jamás pensó que lo que estaba escuchando se refería a él mismo.  ¿Por qué? Pues porque tenía poca conciencia de lo que había hecho.  El pensaba que sus acciones estaban ocultas y no había ya desaprobación por ellas, sin embargo no era así.

Muchas veces pensamos también de nosotros que emitimos juicios muy permisivos sobre nuestras acciones.  Somos muy duros al evaluar las acciones de los de junto, pero no así con nosotros.  Con facilidad pensamos que lo que hacemos y decimos es correcto y que no hay malas intenciones en nuestros motivos, sin embargo no es así.

A veces necesitamos que Dios abra nuestros ojos para poder vernos tal y como y como el nos ve.  La única oportunidad que tenemos de darle sentido a nuestra vida es aceptar que hay error en nuestra forma de conducirnos y que necesitamos ver las cosas como Él las está viendo.  Si nos negamos a ello, sin duda estaremos esclavizados a repetir una y otra ves aquello que nos hace sufrir y no aleja de Dios.

Comentarios

Entradas populares