LA OPINION QUE IMPORTA ES LA DE DIOS


Cuando la mujer de Urías supo que su esposo había muerto, se puso muy triste.
27 Pero, luego de que ella guardó el luto acostumbrado, David mandó a llamarla y se casó con ella. Tiempo después, ella tuvo un hijo. Sin embargo, a Dios no le gustó lo que David había hecho. (2 Samuel 11:26)
Hemos aprendido que mientras que la gente diga que estamos bien, podémonos sentir felices y satisfechos.  La aprobación de los demás nos resulta muy significativa y al paso de los años, nos hemos convertidos en expertos en conseguirla.
David había jugado “con librito”  Había hecho lo socialmente necesario para que sus verdaderos motivos no fueran expuestos.  Pero olvidaba algo: el juicio del prójimo puede ser manipulado, pero el de Dios jamás.  Dios no estaba contento con lo que David había hecho.
Tener la habilidad de ocultar las cosas puede ser una buena habilidad para navegar por una sociedad de doble moral, pero no sirve de nada para caminar con Dios.  Hoy debemos de preguntarnos ¿Esta Dios satisfecho no solo con nuestro proceder sino con aquello que nos mueve a hacer lo que hacemos?  ¿Nuestros motivos para amar, servir, trabajar, ser padres, obedecer, cuidar, apoyar, etc. son correctos?  De no ser así, aunque tengamos a todos impresionados, seguramente Dios tendrá mucho que charlar con nosotros y corregir.

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