CAMINEMOS CON DIOS


Los filisteos atacaron la ciudad de Queilá y se llevaron el trigo recién cosechado. Cuando David lo supo, le preguntó a Dios:
—¿Debo ir a atacar a los filisteos?
Y Dios le contestó:
—Ve y atácalos. Salva a la ciudad de Queilá. (1 Samuel 23:1-2)

¿Qué nos motiva a ir en la dirección en la que vamos en la vida?  ¿Una corazonada? ¿Imitamos a alguien de nuestra confianza? o ¿Seguimos los consejos de personas que nos resultan confiables?  Alguien me dijo alguna vez, si haces lo que otros hacen, deberías asegurarte que los resultados que ellos tienen en su vida son exactamente lo que necesitas para seguir adelante, de no ser así terminarás frustrado, no importa cuán entusiasmado hayas estado al principio.

Si no seguimos a Dios difícilmente lo que decidimos tiene cimientos sólidos.  Quizá sea lo que en ese momento nos gusta, o lo que deseamos, pero muy probablemente no lo que en verdad necesitamos.  David siguió a Dios ante el dilema de enfrentar a sus enemigos y Dios le dio la victoria.  Si nosotros queremos alcanzar la victoria en cada aspectos de nuestra vida, necesitamos hacer lo mismo.  Si queremos mantener una relación sana con nuestros hijos necesitamos seguir a Dios, si deseamos mayores logros en nuestros trabajo o colegio, de verdad necesitamos seguir a Dios, si anhelamos salud física y emocional, necesitamos seguir a Dios.  Ir solos por la vida confiando en nuestro buen juicio tarde o temprano nos hará sentir frustrado y en un callejón sin salida.

Caminemos con Dios y la victoria siempre nos esperará al final de la ruta.

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