¿Y TUS MOTIVOS?


Cuando llegaron, Samuel vio a Eliab y pensó: «Estoy seguro de que Dios ha elegido a este joven».
Pero Dios le dijo: «Samuel, no te fijes en su apariencia ni en su gran estatura. Éste no es mi elegido. Yo no me fijo en las apariencias; yo me fijo en el corazón». 1 Samuel 16: 6 y 7

Hacer lo correcto por las razones incorrectas, sin duda es incorrecto.  Nosotros siempre estamos interesados en que la gente crea que somos buenos.  Nos gusta crear la idea ante los demás que somos buenos cristianos, buenos padres, buenos trabajadores, etc.  Sin embargo en muchas áreas de nuestra vida la realidad es otra. Podemos mantener a los demás engañados de quienes somos en verdad, pero no a Dios.  El se interesa más en aquello que nos motiva que en el resultado.

Los hermanos de David tenían buena “percha” pero eran hombres con intensiones equivocadas.  Parecían ser bueno, pero no lo eran.  Su corazón guardaba secretos, engaños, malas intensiones, deseos desordenados, etc.

A Dios no lo podemos engañar.  El siempre valorara más lo que nos mueve a ser quienes somos, que aquellos que pretendemos que los demás crean que somos.  El escudriña lo que nos mueve a amar, a ser padres, a ir a la iglesia, a servir en un ministerio en la iglesia, a ayudar a nuestros padres, etc.  Quizá lo que hacemos sea bueno, pero lo que nos motiva no y aunque los demás nos aplaudan por ello, Dios no lo hará, sino nos confrontará con la verdad.

No nos conformemos con aparentar ser buenos,  dejemos mejor que Dios cambien nuestra vida desde  adentro para vivir con los motivos correctos.

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