¿SUFRIR?


Al mismo tiempo, el espíritu de Dios abandonó a Saúl, y un mal espíritu que Dios le envió comenzó a atormentarlo. (1 Samuel 16:14)
¿Qué es lo que atormenta nuestra vida hoy? ¿Qué es lo que nos dueles cada mañana cuando nos despertamos y qué cada noche cuando dormimos?  ¿Los problemas con alguno de nuestros hijos? ¿Una mala relación de pareja? ¿La mala administración de nuestras finanzas? ¿El desamor?  Sea lo que fuese, la verdad es que el sufrimiento es la consecuencia directa de no obedecer a Dios.  El permite que llegue a nuestra vida, porque jamás nos evitara pasar por las consecuencias de nuestras decisiones, pero el dolor no es de Él.
Saúl había hecho lo que le había venido en gana y ahora sufría de ansiedad y crisis de ira.  No tenía paz y no podía dormir en paz.  Su salud se había deteriorado porque había vivido lejos de Dios y no había hecho lo que Él le había pedido.
A nosotros nos ocurre igual.  Vivimos sin Dios a lo largo de la semana, el domingo nos disfrazamos de creyentes y después de que termina la reunión volvemos a nuestras andanzas.  Nada bueno puede venir con este estilo de vida.  Saúl no pudo evitar las consecuencias de desobedecer y hoy nosotros tampoco lo lograremos.  Mucho de aquello que hace que nuestra vida no sea como la imaginamos, no es más que la consecuencia directa de hacer nuestra voluntad y no la de Dios.  Nos quejamos que nos va mal en el trabajo, de que nuestros hijos desobedecen nuestras órdenes, de que nuestra pareja no nos quiere como deseamos, de que no tenemos verdaderos amigos, de la soledad, de que vivimos en desamor, etc.  Pero jamás llegamos a la conclusión que todo ello es el resultado de construir mal nuestra vida.  De vivir fuera del propósito de Dios.
Seamos humildes de corazón y volvámonos a Dios.  Solo en Él, nuestra vida vale algo y tiene sentido.  No olvidemos que fuera de Él no hay salvación.

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