ESPERAR


Allí en Guilgal Saúl esperó a Samuel siete días, para que presentara las ofrendas y los sacrificios, pues antes de eso no podían empezar la batalla. Pero al ver Saúl que Samuel no llegaba y que los de su ejército comenzaban a huir,
ordenó: «Tráiganme los animales y las ofrendas de paz que vamos a presentarle a Dios».
Y Saúl mismo presentó las ofrendas.
10 Todavía no terminaba de ofrecerlas cuando Samuel llegó. Al verlo, Saúl fue a saludarlo; pero Samuel le dijo:
11-12 —¿Qué es lo que has hecho?
Y Saúl le respondió:
—Es que mis soldados ya me estaban abandonando, y tú no llegabas, como prometiste hacerlo. Por eso tuve que presentar las ofrendas para pedir la ayuda de Dios. Además, los filisteos ya estaban en Micmás, listos para venir a Guilgal y atacarme. 1 Samuel 13:9-12)

Ser prácticos no siempre funciona.  No siempre se trata de hacer, de tomar acciones que resuelvan el problema, de arriesgar o innovar. Muchas veces en la vida, la palabra clave y lo correcto es ESPERAR.

Saúl era un hombre que creyó que ante las situaciones complicadas de la vida siempre tenía que hacer algo.  Esa actitud a veces funciona bien, en ocasiones es lo que Dios espera de nosotros, pero hay momentos en que no es así.  Ante el abandono y miedo de los suyo, el actuó por impulsó y decidió no esperar a Samuel, a fin de que su ejército permaneciera fiel. No era esto lo que Dios deseaba ver en Saúl. Y por lo tanto las consecuencias para su vida fueron terribles.

Sin duda a nosotros nos ocurre igual hoy día.  Ante los problemas con nuestra pareja, la desobediencia de nuestros hijos, la enfermedad, los problemas con los compañeros de trabajo o jefe, los problemas económicos que enfrentamos cada quincena, la influencia de la sociedad a través de los medios electrónicos de comunicación, la inseguridad, etc. No siempre se espera de nosotros que hagamos algo, hay momentos en que la demanda de Dios es que esperemos en Él.  Hay momentos en la vida en que la prueba no es de creatividad y arrojo, sino de paciencia y fe.

No seamos como Saúl.  Dependamos de Dios para evaluar lo diferentes momentos de la vida a fin de que cuando haya que esperar, confiemos en la gracia del Padre y con ello estemos dispuestos a detener la marcha y descansar en Dios.

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