DESOBEDECER NO FUNCIONA


Después de esto, Samuel pronunció este sermón ante el pueblo:
«Préstenme atención, que voy a hacer un recuento de las muchas veces que Dios los ha salvado a ustedes y a sus antepasados.
»Después de que Jacob llegó a Egipto, los israelitas le rogaron a Dios que los librara de la esclavitud. Entonces Dios envió a Moisés y a Aarón, para que sacaran de Egipto a los antepasados de ustedes y los trajeran a esta tierra.
»Sin embargo, ellos se olvidaron de su Dios. Por eso él permitió que los dominaran Sísara, el jefe del ejército de Hasor, los filisteos y el rey de Moab.
10 »Pero los israelitas reconocieron que se habían alejado de Dios, y le dijeron: “Hemos pecado contra ti, pues hemos adorado a Baal y a Astarté, dioses de otras naciones. Líbranos del poder de nuestros enemigos, y te adoraremos sólo a ti”.
11 »Dios envió entonces a Jerubaal, a Bedán y a Jefté, y también a mí, para librarlos del poder de sus enemigos. Por eso ahora ustedes viven en paz.
12 »Acuérdense también de que, cuando supieron que los iba a atacar Nahas, el rey de los amonitas, ustedes me pidieron que les diera un rey, a pesar de que su rey era el Dios que sacó de Egipto a nuestro pueblo.
13 »Pues bien, nuestro Dios les ha dado ya el rey que ustedes pidieron. 14 Si ustedes y su rey obedecen y sirven sólo a Dios, él los bendecirá y ustedes vivirán en paz. 15 Pero si no lo obedecen, entonces los castigará como lo hizo con sus antepasados.
16 »Prepárense, porque en este momento nuestro Dios va a hacer un milagro delante de nosotros. 17 Como saben, ahora es el tiempo de la cosecha y no el tiempo de lluvias; sin embargo, le voy a pedir a Dios que haga llover y envíe truenos. Así Dios les mostrará que ustedes hicieron muy mal al pedirle un rey».
18 Entonces Samuel le pidió a Dios que enviara lluvia y truenos, y Dios así lo hizo. 19 Al ver los israelitas lo que Dios y Samuel habían hecho, sintieron mucho miedo y le dijeron a Samuel:
—Hemos sido muy rebeldes, pues hasta hemos exigido tener un rey. Ruégale a Dios que no nos quite la vida.
20 Y Samuel les contestó:
—No tengan miedo. Aunque han hecho mal, no dejen de obedecer y amar a Dios; al contrario, sírvanle de buena gana 21 y no adoren a esos ídolos huecos y vacíos que no pueden hacerles bien ni ayudarlos.
22 »Dios no los rechazará a ustedes, pues quedaría mal ante los otros pueblos. Además, él quiso que ustedes fueran suyos.
23 »En cuanto a mí, nunca dejaré de pedirle a Dios por ustedes. Dejar de hacerlo sería un pecado. Yo siempre les enseñaré a portarse bien y a vivir como Dios quiere.
24 »Ustedes saben bien todo lo bueno que Dios ha hecho por ustedes. Por eso, obedézcanlo y sírvanle siempre de buena gana. 25 Si no lo hacen, ustedes y su rey morirán.

Desobedecer siempre traerá como consecuencia mucho dolor.  Desobedecernos para evitar que vivir en disciplina.  Lo hacemos también porque pensamos que nuestra opción es mucho más placentera, también porque pretendemos evitar una vida a bajo costo emocional y social.  Sin embargo, nada de ello ocurre.  La realidad es que sin importar nuestra intención, siempre al desobedecer terminamos sufriendo y tristes.
Israel había pasado años viviendo de esa manera.  Era una nación que solo clamaba a Dios cuando “le apretaban los zapatos” pero cuando todo regresaba a la normalidad, volvían a torcer el camino y se olvidaban de vivir en obediencia a Dios.
Dios nos muestra cual es la ruta correcta, nos indica lo que espera de nosotros, no señala de que forma podemos construir una vida en la que nos sintamos mucho más felices y satisfechos y sin embargo en muchos casos hacemos lo contrario, y sin embargo el resultado siempre es el opuesto al que buscamos.  Terminamos metidos en problemas y lamentándonos del dolor emocional que sufrimos a causa del abandono, la traición, el rechazo, el desprecio, las deudas, la soledad, la enfermedad, etc.
Desobedecer no paga.  No hay forma que podamos vivir felices si construimos nuestra vida a partir de la desobediencia.  Ya no insistamos más por esa ruta.  Pidámosle a Dios nos enseñe a obedecer y guardar su palabra.  Que podamos ser hijos que sepamos disfrutar el obedecer en todo a fin de ver las cosas que deseamos viniendo a nuestra vida, en el tiempo y la forma de Dios.  Solo así podremos ser felices.

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