¿DE VERDAD?


Los habitantes de Quiriat-jearim pusieron el cofre del pacto de Dios en la casa de un hombre llamado Abinadab, la cual estaba sobre una colina. También consagraron a su hijo Eleazar para que cuidara del cofre.
El cofre estuvo en Quiriat-jearim veinte años. Y toda la gente de Israel lloraba y buscaba a Dios. 3-4 Por eso Samuel les dijo:
«Si de veras quieren volver a obedecer a Dios, dejen de adorar a los dioses ajenos, y a las imágenes de Baal y de Astarté. Adoren solamente a nuestro único y verdadero Dios. Así él los librará del poder de los filisteos». (1 Samuel 7:1-4)

¿De verdad queremos seguir a Dios?  ¿Es cierto lo que decimos los domingos y lo que cantamos con tanto fervor y alegría?  A veces pare que no.  El domingo estamos tan alegres que nos comprometemos a estar cerca del Padre, pero ya el lunes y el resto de la semana dejamos que nuestra vida se envuelva en los valores de esta generación y olvidamos seguirle de cerca.

Israel clamaba por perdón, pero seguía sirviendo a otros dioses.  Entendían que necesitaban del Dios de sus padres, pero seguían gustando de lo que su generación les ofrecía para “construir” su vida.

A nosotros nos pasa igual hoy día.  Entendemos que necesitamos de Dios, pero permanecemos viviendo al “estilo del mundo”  Seguimos construyendo nuestra vida tal y como lo hacíamos antes de conocer de Dios.  Tal cosa no puede ir junta.  Son opuestos.  O vivimos con Dios y sus valores o servimos al pecado y seguimos el rumbo de nuestra generación.  Necesitamos definirnos.

Es tiempo de tomar en serio al Padre.  De permitirle que su amor sacie y sane nuestra vida.  Es tiempo de dejar nuestra vieja forma de vida de una vez por todas y volvernos en arrepentimiento a Dios.  Solo así seremos libres de la amargura, enfermedad, depresión, indisciplina, falta de empleo, problemas familiares, dudas, desobediencia de nuestros hijos, etc.

Es tiempo de caminar con Dios y disfrutar la vida que Él nos ha dado.

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