NO SOMOS PERDEDORES


Jefté, un valiente soldado de la zona de Galaad, era hijo de una prostituta. Su padre, que se llamaba Galaad, tuvo otros hijos con su esposa, y cuando éstos crecieron, echaron de la casa a Jefté. Le dijeron: «No vas a recibir ninguna herencia de tu padre, porque eres hijo de otra mujer».
Entonces Jefté se alejó de sus hermanos y se fue a vivir a la tierra de Tob. Allí reunió a unos bandoleros que salían con él a robar.
Después de algún tiempo los amonitas atacaron a los de Israel. Los líderes de Galaad fueron entonces a la tierra de Tob a buscar a Jefté, y le dijeron:
—Queremos que seas nuestro líder en la guerra contra los amonitas. Ven con nosotros.
Jefté les respondió:
—Si tanto me odiaban ustedes, que hasta me echaron de la casa de mi padre, ¿por qué ahora que están en problemas me vienen a buscar?
Ellos le contestaron:
—Justamente porque estamos en problemas, necesitamos que vengas con nosotros a atacar a los amonitas. Queremos que seas el jefe de todos los que vivimos en Galaad.
Jefté entonces les dijo:
—Está bien. Pero si vuelvo con ustedes, y Dios me ayuda a vencer a los amonitas, ¿de veras seré su jefe?
10 Y los líderes le aseguraron:
—Dios es nuestro testigo de que haremos todo lo que tú nos digas.
11 Así que Jefté se fue con ellos, y el pueblo lo nombró jefe y gobernador. En Mispá, Jefté puso a Dios por testigo del trato que hicieron. (Jueces 11:1-11)

¿Qué nos da vergüenza de nosotros mismos? ¿Cuáles son las cosas que ocultamos sobre nuestro pasado? ¿Qué hechos en nuestra vida permitimos que nos detengan para no avanzar y vivir felices?  Jefté era un hombre hijo de una prostituto y un hombre que no le era fiel a su esposa.  Vivió con ese estigma muchos años y seguramente le produjo dolor.  Lo echaron de la casa de su padre y tuvo que encontrar refugio en otro lugar.  Jefté pudo sentirse desanimado el resto de su vida, puedo buscar conmiseración de los demás, pudo convertirse en una persona manipuladora y hasta se pudo victimizar, pero no.  No hizo eso con su vida.

Nosotros sentimos en muchos momentos que nos va mal, que no nos salen las cosas, que todo está en nuestra contra y que por lo tanto tenemos el derecho de culpar a otros por lo que nos pasa, de agredir o violentar a los cercanos, de buscar que carguen con nosotros, de caminar por la vida sin rumbo ni propósito buscando que sean otros que nos dirijan y guíen. Nada es peor que todo esto.  Todo ese comportamiento solo deja ver que no hemos aprendido a vivir y que no queremos ser responsables de nosotros mismos.

Tenemos que tomar en Dios el liderazgo de nuestra vida.  Porque en medio de cada situación desventajosa, Dios tiene para nosotros victoria.  En medio de todo aquello que el maligno trata de poner delante de nosotros para generar dolor, Dios ya ha triunfada en Jesús y ha compartido ese triunfo con nosotros, para que, a pesar de que no todo sea agradable podamos vivir de GLORIA EN GLORIA.  Jefté no se quedo llorando por su “mala suerte en la vida” con la cara en alto porque Dios le sostenía.  ¿LO HAREMOS NOSOTROS?

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