¡CUIDADO!


Los israelitas volvieron a pecar contra Dios porque adoraban a Baal y a Astarté, y también a los dioses de los sirios, los sidonios, los moabitas, los amonitas y los filisteos. Abandonaron a Dios y dejaron de adorarlo. Entonces Dios se enfureció contra los israelitas, y dejó que los filisteos y los amonitas los dominaran. Durante dieciocho años los filisteos y los amonitas fueron crueles y maltrataron a todos los israelitas que vivían en Galaad, al este del río Jordán, en la región de los amorreos.
Los amonitas cruzaron el Jordán para atacar también a las tribus de Judá, Benjamín y Efraín, y los israelitas se vieron en graves problemas.
10 Entonces los israelitas le pidieron ayuda a Dios, y le dijeron:
—Hemos pecado contra ti al abandonarte para adorar a dioses falsos.
11 Dios les respondió:
—Yo los libré de los egipcios, de los amorreos, de los amonitas y de los filisteos, ¿no es verdad? 12 Cuando ustedes me suplicaron que los salvara, yo los libré de los sidonios, de los amalecitas y de los madianitas. 13 A pesar de eso, ustedes volvieron a abandonarme para adorar a dioses falsos, así que ahora no los voy a salvar.
14 ¡Vayan a pedirle ayuda a los otros dioses! ¡Ya que ustedes los eligieron, que ellos los saquen del problema!
15 Los israelitas volvieron a decirle a Dios:
—Reconocemos que hemos pecado, así que haz con nosotros lo que mejor te parezca. Pero, por favor, ¡sálvanos ya!
16 Quitaron entonces los dioses falsos que tenían, y volvieron a adorar a Dios. Y él se puso triste al ver cómo sufría su pueblo.
17 Los amonitas se prepararon para la guerra y acamparon en Galaad. Los israelitas, por su parte, se reunieron y acamparon en Mispá. 18 Los líderes israelitas que vivían en Galaad se pusieron de acuerdo y dijeron: «El que se anime a dirigirnos a luchar contra los amonitas será el jefe de todos los que vivimos en Galaad». (Jueces 10:6-18)

¿Cuántas veces Dios nos ha librado de la desesperanza, cuantas veces ha sanado a nuestros hijos de la enfermedad, otras tantas nos a ayudado en nuestra economía personal o familiar, nos ha levantado cuando estamos deprimidos o cuando nos encontramos con el corazón roto? ¡Muchas a lo largo de la vida para ser honesto! Y ¿Cuántas veces a pesar de ello volvemos a olvidarnos de Él y empezamos nuevamente a servir a nuestros deseos desordenados, a la voluntad de quienes nos usan sin ningún temor solo porque necesitamos su aceptación, a vivir bajo los valores engañosos de nuestra generación y a estar bajo la voluntad del pecado en nuestra carne?

Israel vivió así.  Tan pronto Dios los rescataba de su esclavitud ellos regresaban adorar a otros dioses y se olvidaban de Él y de lo que Él había hecho por ellos.

Ir tras nuestros deseos se ha convertido en la prioridad de nuestra vida.  Hemos aprendido que hay que evitar la frustración a toda costa y que esa sensación desagradable de no tener lo que se desea es mala.  Ello nos lleva a someternos a una vida de desorden en donde Dios no tiene el control ni es prioridad y en donde el valor supremo se encuentra en la experiencia de la “sensación agradable”  Ante un estilo de vida como ese el único resultado posible siempre será más dolor como le pasaba a Israel.  Buscaban satisfacción inmediata y terminaban siendo esclavo de lo que buscaban con tanto afán.  No adorar a Dios en el diario vivir, sin duda nos llevará a la esclavitud.

Es tiempo de parar y tomar a Dios en serio.  La vida no puede construirse lejos de Él y solo con la urgencia de buscar satisfacción sin orden.  Si caminamos con Dios en verdad, es tiempo de caminar con su estilo y a su manera, de otra forma terminaremos siendo esclavos cuando ya hemos sido liberados.

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