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23 Muchos años después murió el rey de Egipto. Sin embargo, los israelitas seguían quejándose, pues sufrían mucho como esclavos. 24-25 Pero Dios vio sus sufrimientos y escuchó sus gritos de dolor, y se acordó del pacto que había hecho con los antepasados de los israelitas, es decir, con Abraham, Isaac y Jacob. (Ex.3:23-25)

A veces sentimos que nadie se da cuenta de la situación que vivimos o del dolor que sufrimos, ya sea por desamor, rechazo, violencia, amargura o frustración.  Hablamos con los amigos, los familiares, consejeros pero sentimos que nadie nos entiende o le da valor a nuestras emociones.  Experimentamos como si estuviéramos siendo esclavizados por el dolor sin que nadie lo note o haga algo por ayudarnos de verdad.
Los israelitas vivían así por 400 años.  Su vida no valía más que el trabajo que realizaban cada día y esa vida no iba más allá de la frustración de saber que no había futuro alguno para ellos y los suyos.  ¿Qué esperanza había en una existencia así? ¿Qué posibilidad de futuro se podía encontrar en esa clase de vida?  Solo había dolor y queja por el sufrimiento.  Sin embargo Dios no los había olvidado y se acordó de lo prometido a Abraham, Isaac y Jacob.
Quizá hoy te sientas así.  Vives creyendo que nadie se atiende de ti.  Que nadie tiende su mano para socórrete. Que no hay futuro sin el amor de un hijo que olvida, de un padre que violenta, de un amor que traiciona.  Sin embargo no es así.  Dios jamás te ha olvidado y nunca a desechado lo que te ha prometido.  El prometió que estaría a tu la y lo esta, el prometió que te amaría sin condición y lo hace, el prometió que te daría vida en abundancia y la tiene para ti.  Dios jamás se ira de tu lado y nunca esconderá su mano para ayudarte y salvarte del dolor.  Así como se acordó de Israel, cada día se acuerda de ti y sale en tu defensa.  Acércate a El y escóndete entre sus brazos el jamás te rechazará.

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