RESTAURACION

En cuanto Labán supo que allí estaba Jacob, el hijo de su hermana, rápidamente salió a su encuentro y, luego de abrazarlo y besarlo, se lo llevó a su casa. Una vez allí, Jacob le contó lo que había pasado.
14 Entonces Labán dijo: «¡Tú eres parte de mi propia familia!» (Gn. 29:13-14).
A lo largo de la vida perdemos muchas cosas.  Tiempo, recursos económicos, oportunidades profesionales y escolares, afectos, pareja, relaciones de amistad, etc.  Muchas de esas pérdidas son muy dolorosas y sufrimos por ella.  A veces nos esforzamos por intentar recuperarlas sin éxito alguno.  Jacob había perdido su familia y seguramente ello le ocasionaba mucho dolor.  Quizá sufría por saber que probablemente no volvería a ver a su madre, a su padre y aun a su hermano Esaú y todo ello lo hacia sentir que no partencia a nada ni a nadie.
Nosotros quizá hoy mismo pasamos por situaciones similares.  Sentimos que no somos parte de nada o de nadie y ello nos hace sentir tristes.  Quizá aunque estamos acompañados nos sentimos solos o tristes porque creemos no recibimos el afecto o compañía que necesitamos.  Como Jacob, Dios conoce nuestro corazón y sentimientos y quiere proveernos de aquello que necesitamos a través de su amor y de nuevas personas en nuestra vida.  A Jacob le proveyó de una nueva familia, no mejor que la suya pero si un hogar en donde sentirse parte. 
Abre tu corazón a Dios  no guardes tu dolor y permite que el te de todos aquellos afectos que hoy te hacen falta.

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