NUESTRO TESORO

Algunos años después, Dios quiso ver si Abraham lo obedecía, así que lo llamó y le dijo: «Abraham, quiero que me ofrezcas como sacrificio a Isaac, tu único hijo, a quien tanto amas. Llévalo a la región de Moria, al cerro que te voy a enseñar». (Gn. 22:1-2)

¿Qué es lo que más amamos?  ¿Qué es aquello que atesoramos en nuestro corazón?  Para Abraham lo era su hijo Isaac y como todo aquello que es sumamente valioso, Isaac ocupaba toda la atención de su padre.  Nadie en nuestra vida debe ocupar el lugar de Dios.  Eso lo sabemos, sin embargo la realidad es que como a Abraham a nosotros también nos pasa y ello ofende a Dios y nos desorganiza a nosotros.  Hace que perdamos la dirección correcta que debe seguir la vida y nos aleja de Dios. A veces eso valioso es un hijo, el trabajo, una conducta adictiva, la pareja, el deporte, la iglesia misma o aun nosotros mismos.  Cualquiera que sea el caso, ello no nos permitirá ver a Dios de manera correcta y a la larga sufriremos.
Entrégale tu tesoro a Dios.  Tu “único” y no te permitas caminar valorando lo temporal cuando tienes a tu alcance lo eterno.

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