A DISFRUTAR

Abraham vivió ciento setenta y cinco años,
8-10 y gozó de buena salud hasta el día en que murió. Sus hijos Isaac e Ismael lo enterraron junto a su esposa Sara en la cueva de Macpelá, que está cerca del bosque de Mamré. Abraham le había comprado esa cueva a Efrón.
Vivir en si mismo parece ya un reto pero vivir bien se ha convertido para la sociedad occidental en un sueño inalcanzable.  Hemos aprendido a valorar el bienestar de la vida como el resultado de cosas  que nos son únicamente favorables.  Únicamente si no hay momentos de escasez, si no se tiene que pasar por situaciones complicadas o si no hay enfermedad.
Abraham 170 años y esos años fueron de buena salud.  Esta referencia no debe entenderse como el hecho de que todo le salió bien, sino como la actitud correcta de que, a pesar de todos los retos que enfrento, todas las consecuencias dolorosas con las que tuvo que lidiar y todos los contratiempos que tuvo que enfrentar, Abraham aprendió a disfrutar su vida.
Entre más nos esforzamos por tratar que las circunstancias nos sean favorables para poder disfrutar la vida, mas mal nos lo pasamos.  La vida no se disfruta porque todo es agradable, sino porque en Dios podemos aprender a disfrutarla aun y cuando no todo sea color de rosa.  Aprendamos de Abraham y disfrutemos la vida que Dios nos da.

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