LE ADORAMOS POR SU VICTORIA

El Dios altísimo merece la alabanza, pues te dio la victoria sobre tus enemigos (Gn.14:20)
Cuando pensamos en las razones por las cuales adorar a Dios, ¿en qué pensamos?  ¿Qué es aquello nos  mueve a intimar con Dios y ser agradecidos?  Para Melquisedec, una razón poderosa para adorar a Dios, lo es la victoria el  nos da sobre cada circunstancia de la vida.
Le adoramos por la victoria que nos da sobre el pecado, sobre los defectos de carácter, sobre los malos hábitos, sobre las conductas adictivas, sobre la incompetencia de ser padres, hijos, esposo o esposa, empleado o jefe.  Le adoramos por el favor recibido de alcanzar victoria sobre aquello que nosotros en nuestras fuerzas jamás lograríamos. 
Dios es nuestra victoria y por ello le adoramos.

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