EL ESTANDAR ES EL REINO

Abram tenía ya diez años de vivir en Canaán, y su esposa Sarai aún no había podido tener hijos. Pero como ella tenía una esclava egipcia que se llamaba Agar, le propuso a su esposo: «Abram, como Dios no me deja tener hijos, acuéstate con mi esclava y ten relaciones sexuales con ella. Según nuestras costumbres, cuando ella tenga un hijo ese niño será mío, porque ella es mi esclava». (Gn.16-1-3)
Muchas de las cosas que hacemos a lo largo de la vida, nos resultan correctas porque son moral y socialmente aceptables, sin embargo eso no significan que sean lo que Dios espera de nosotros.
Cuando definimos pecado como “lo inmoral” nos atamos a los valores de la cultura y no a la verdad del Reino de Dios.  Sara le dice a Abraham, hagamos “esto” total “nuestra cultura lo aprueba”  Quizá su cultura aceptaba la conducta propuesta, pero no eran los caminos de Dios para ellos.  Seguramente nadie se alarmaría al verlos actuar de la forma que habían decidido, pero Dios no desea verlos comprometidos con tales acciones.  Su cultura les ofrecía una respuesta rápida a su problema, pero el dolor que vendría a su vida sería un costo muy alto para el cual no estaban preparados.
Hoy nosotros hacemos lo mismo que Abraham y Sara. Hacemos muchas cosas que a nadie escandalizan, pero que no son aquello que Dios quiere para nosotros y que seguramente nos llevará a padecer dolores para los cuales no estamos preparados.  El estándar no es la cultura, sino los valores del Reino de Dios.  Podremos comportarnos como la  sociedad lo estipula y sin embargo estar con ello lejos de Dios.

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