¿Y las consecuencias a’pa?

Los israelitas volvieron a pecar contra Dios, así que él dejó que los filisteos los dominaran durante cuarenta años. (Jueces 13:1)
Vivir con las consecuencias de nuestras acciones no es algo que nos guste.  Desde pequeños aprendimos la “humana conducta” de evitar hacer frente al resultado de nuestro comportamiento.  Aprendimos a mentir para evitar ser castigados y después de ello aprendimos a dar seguimiento a nuestras mentiras con nuevas mentiras y posteriormente a ello a negar nuestras acciones cuando eran descubiertas y lo hacíamos a través de la sorpresa o el enojo o la negación.
Estos comportamientos no son tolerables por Dios.  El no nos juzga, pero tampoco nos permitirá que nos salgamos con la nuestra, pues sabe que la única forma en la que podemos aprender es haciendo frente a las consecuencias de nuestras acciones.
Todo lo que hacemos tiene un resultado, y si lo que hacemos no está sujeto a Dios, seguramente esos resultados serán más dolorosos que satisfactorios y Dios jamás nos privará de vivir los resultados de estas.  Si deseamos no vivir en esclavitud emocional, necesitamos aprender a obedecer.

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