Sin preocupación

Poco después, Jesús les dijo a sus discípulos: —No se preocupen. Confíen en Dios y confíen también en mí. (Jn. 14:1).
Hay muchas cosas en la vida que nos preocupan.  El dinero, la salud personal, los hijos, la pareja, la iglesia, etc.  Nos afanamos por todo aquello que percibimos no podemos controlar.  Perdemos el sueño, comemos de más y el humor se nos altera y finalmente nada solucionamos.
La preocupación es producto de la desconfianza.  En la medida que no aprendemos a confiar en Dios sin duda viviremos preocupados de todas las cosas que nos acontecen. El secularismos en el que vivimos no ha convertidos en creyentes preocupados y ansiosos. 
No vemos a Dios como nuestro mejor amigo, con quien podemos charlar, compartir nuestros logros y dolores, de quien podemos recibir el mejor consejo posible y quien puede guiarnos en el transcurrir de nuestra vida y todo ello resulta en que terminamos metidos en un mar de preocupaciones, enfermedades emocionales y dolores físicos.
No nos preocupemos ni nos ocupemos, mejor confiemos en quien tiene el control de todo y quien en verdad nos ama: Jesús.

Comentarios

Entradas populares