¿Integros?
En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa. (Salmo 101:2c)
Alguien alguna vez me dijo que la verdad de nuestra vida se ve en la realidad de nuestra casa y en la intimidad de nuestra mente. Es fácil seguir a Dios cada domingo y aparentar que la vida está sometida a su Reino. Podemos fingir delante del pastor de la iglesia, los líderes y los demás miembros de la congre, pero no delante de la gente que vive en la misma casa con nosotros y mucho menos delante de nosotros mismos. Quienes viven con nosotros saben bien quiénes somos y no los podemos engañar y nosotros mismos sabemos quiénes somos.
El salmista comparte con nosotros una decisión que había tomado: andar íntegramente en sus lugares íntimos. En donde pocos lo ven o nadie sabe lo que piensa y desea. Dios es integro delante de los suyo y en la intimidad de sus pensamientos y espera que nosotros seamos igual.
Debemos de dejar vivir de la apariencia y ser de una pieza delante de Dios, delante de los de casa y delante de todos aquellos que nos ven. Debemos de dejar de invitar historias fantásticas sobre nuestra vida, debemos actuar igual cuando nos ven y cuando nadie se percata de lo que hacemos. Debemos ser congruentes con lo que sentimos, decimos y hacemos.
Comentarios
Publicar un comentario