Obediencia no sacrificios


Tú no pides sacrificios

a cambio de tu perdón;
tan sólo nos pides obediencia (Salmo 40:6 VLA)

Menudo lío empieza cuando aparece la palabra obediencia.  Obedecer no es una conducta que con facilidad presentemos. Es curioso pero desde que somos pequeños nuestros padres se empeñaron en la idea de que aprendiéramos a obedecer y es el día de hoy y la cosa no nos sale nada bien.  Quizá la razón estriba en que n o hemos aprendido que el obedecer da seguridad a nuestra vida, en tanto que la rebelión nos hace susceptibles al dolor y frustración.
Me impresiona ver este texto, pues me deja ver el corazón de Dios.  Crecí creyendo que lo más importante en mi relación con Él lo era todo aquello que yo podía hacer para su Reino.  Me enseñaron y aprendía a que debía hacer grandes esfuerzos para realizar las cosas de Dios y que ni el más grande sacrificio pagaría por lo que Él había hecho por mí.  Pues con mucha sinceridad pero crecí en el error.
Dios no espera sacrificios.  El no espera que trabajemos como locos en la iglesia, que dejemos de vivir la etapa de vida en la que estamos con tal de servirle, ni tampoco que dejemos de disfrutar a nuestros hijos, pareja o amigos con tal de involucrarnos en las actividades o ministerios de la iglesia.  El espera de mí obediencia.  El desea que yo le siga cada día, que seamos amigos cercanos y sinceros, que le permita tratar con mi carácter, valores y creencias.  El desea verme apasionado por dejarle hacer cambios en mi vida, tales como la forma en que yo soy padre, amo, perdono, trabajo, administro mi tiempo, etc.  El espera obediencia no esfuerzos.  Estos deben ser el resultado de lo primero.
Obedezcamos a Dios y dejémonos de simulaciones.  Nada se compara con seguirá Dios de cerca y de verdad.  Todo lo demás es pura religión.

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