NO TOMES EN CUENTA MI PECADO

Dios mío,
tú eres todo bondad,
ten compasión de mí;
tú eres muy compasivo,
no tomes en cuenta mis pecados (Salmo 51:1 VLA)
Hay un refrán que reza: “no todo lo que brilla es oro” pero a pesar de saber, que tal cosa es verdad, muchas veces lo omitimos y terminamos viviendo situaciones que nos lastiman, menoscaban nuestra estima, rompen nuestra voluntad y nos esclavizan a malos hábitos, relaciones destructivas y dolor emocional. Ante ello siempre oramos a Dios y le decimos ayúdame y nos desesperamos, pero normalmente no vemos la raíz de nuestra situación.  El pecado.
Terminar emocionalmente adoloridos no es más que el producto de la necedad de nuestro corazón al insistir en aquello que Dios no quiere para nuestra vida, es el fruto de creer que nosotros “podemos” administrar nuestra vida sin ser cambiados desde adentro por Dios, y todo ello no es otra casa más que pecado.
Jamás saldremos de nuestros dolores emocionales, frustraciones, angustias y quebrantos si primero no nos volvemos a Dios y reconocemos que si estamos en esa situación es por el pecado en nuestra vida.  Pecado que debemos de confesar y del que debemos apartarnos para encontrar libertad.
Si hoy vives en una situación que te genera dolor, quizá deberías detener y ver con honestidad que fue lo que te llevo ahí.  Qué necesidad querías satisfacer y pensaste que ello te daría la vida que esperas o sueñas.  De ser así, quizá es tiempo de volverse a Dios y decir como el salmista “…tu eres toda bondad… no tomes en cuenta mi pecado…”
En Dios no solo hay perdón, sino la fuerza para dar la vuelta y volver a comenzar desde la certeza de su amor y verdad.

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