SER COMO NIÑOS


En esa misma ocasión, los discípulos le preguntaron a Jesús:
—¿Quién es el más importante en el reino de Dios?
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos, y les dijo:
—Les aseguro que para entrar en el reino de Dios, ustedes tienen que cambiar su manera de vivir y ser como niños. Porque en el reino de Dios, las personas más importantes son humildes como este niño. Si alguien acepta a un niño como éste, me acepta a mí. (Mateo 18:1-5)

A todos nos gusta tener una buena posición en el grupo social en el que nos desenvolvemos.  Ya sea en el trabajo, en la familia, con los amigos, en el club deportivo y aun en la iglesia.  Nos esforzamos por dejar en claro en parte de la ciudad vivimos, que auto manejamos, en donde compramos nuestra ropa y de que marca es, así como la forma en que nos divertimos o vacacionamos.  No importa si tenemos las tarjetas de crédito al tope, es muy importante mostrarnos exitosos y con poder.  Aun en la congre, buscamos vernos espirituales, muy cerca de los líderes “principales” y llenos,  a la vista de todos de los dones y poder del Espíritu.  Todo ello nos hace sentir valiosos e importantes.
Sin embargo en el Reino de Dios no se valora la vida y mucho menos “la importancia de una persona” con esos criterios.  En el Reino de Dios, los niños y los que “son como niños” ocupan los lugares de mayor importancia.  Cuando pienso en ello, no puedo dejar de recordar a la Hna. Felipa.  Una mujer de quizá 60 o 70 años cuando yo era un niño y cuyo ministerio en la iglesia en donde crecí se centraba en dos actividades sumamente importantes: Limpiar los pisos y orar.  Nunca le vi reclamar, pedir un aumento de sueldo, discutir una posición de honor, ni reconocimiento.  Se vestía muy simple y su casa era de piso de tierra y de madera, pero la prestaba para que ahí hubiera una reunión de hogar cada semana.  Era una mujer a quien nadie tomaba en cuenta. No era un líder, ni enseñaba, ni era un diacono.  ¡Ah!  Pero como oraba.  Le recuerdo de rodillas orando una y otra vez. Como oraba por su pastor y por sus hermanos y quizá aun por mí.  Hoy día.  Ella está con el Señor y estoy más que seguro que en la ciudad de Dios le veremos en la posición que siempre tuvo: Delante del Padre y de mucha importancia.  Ella era un niño en el Reino de Dios.
Los niños en la época de Jesús, no tenían derechos ni valor como persona.  Eran cosa.  Los niños no estaban protegidos por las leyes civiles ni religiosas de su tiempo.  Los niños eran menos que una vaca o un becerro ante los ojos de los adultos.  Es por ello que Jesús los mostros como metáfora de cómo debían ser los adultos que vivían en su Reino.
Debemos “cambiar nuestra manera de vivir” Debemos ser transformados en nuestro carácter, valores y creencias.  Debemos ser como niños si queremos disfrutar el Reino presente y venidero.  Debemos dejar de ocultarnos en las mentiras, en la falsa fachada, en el enojo y riñas, en la crítica, señalamientos y censura.  Debemos dejarnos ver transparentes, tal cual somos con nuestros defectos tal y como lo hace un niño.  Que no sufre por apariencias, hasta que las aprende de sus padres.
Volvámonos a Dios y seamos niños simples, sinceros, sin mascaras para vivir en libertad en el Reino de nuestro Padre.

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