OBEDIENTES A DIOS


Santiago 4:7
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Por eso, obedezcan a Dios. Háganle frente al diablo, y él huirá de ustedes.


Los límites, las reglas y el auto control no son principios de vida que en nuestra generación tengan buena publicidad.  Sin duda alguna en los medios electrónicos nada es más atacado en los comics que estos principios.  Hemos sido formados por una sociedad que no solo no valora la disciplina, sino que se ha propuesto enfrentar la autoridad a toda costa.  Invariablemente ello no lleva a una vida insegura y poco feliz.

Vivimos creyendo que es posible quitarle el control a Dios de nuestra vida y que de esa forma nosotros estaremos en condiciones de adquirir dicho control.  Nada más falso.  Frases como:  sigue tus sentimientos, tu corazón nunca se equivoca, la verdad esta en ti. No dicen nada.  En realidad esta sentencias solo señalan una ruta falsa.  Un estilo de vida equivocado.  La historia de la humanidad nos demuestra que somos poco competentes para vivir lejos del cuidado, principios y autoridad de Dios.

Sin estar voluntariamente sometidos a los valores, principios y reglas de Dios, somos poco competentes para la vida.  Nos cuesta mucho trabajo definir a donde conducir nuestra vida, somos ineficientes al elegir carrera, trabajo, novio o novia, amigos, esposo o esposa, diversión, etc.  Con facilidad decimos querer cierta cosa o cierto estilo de vida y a vuelta del camino dudamos si en verdad hemos tomado la ruta correcta.

Por ello Santiago nos dice: “obedezcan a Dios…”  Para Él, la única oportunidad que tenemos de construir una vida muy parecida a lo que nos produce satisfacción está en la disciplina diaria de obedecer (someternos) a Dios.  No es un estilo de vida fácil, nuestra naturaleza pecaminosa siempre se opondrá, sin embargo si cada día decidimos obedecer la verdad que Dios nos ha revelado, sin duda alguna alcanzaremos muchos momentos de verdadera felicidad.

Debemos aprender a obedecer a Dios, debemos aprender a valorar una vida sometida y obediente a la voluntad del Padre, quien jamás abusará de ello, sino que tendrá un corazón dispuesto a mostrarnos su carácter, principios, y valores a fin de que nosotros vivamos como El lo hace.

Dios hoy nos llama a una vida de obediencia y sumisión.  A una vida en donde a través de caminar en la bendita seguridad de la disciplina, podamos alcanzar la felicidad que tanto desea nuestro corazón.

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