¡No nos dejes fracasar!

El rey confía en tu amor,

y tú, Dios altísimo,
no lo dejarás fracasar
(Salmo 21:7)
Fracasar es una palabra que se usa mucho en las charlas entre padre e hijo, jefe y empleado, y amigos.  Cuando nos referimos a situaciones que fueron desventajosas y generaron resultados pobres a nivel laboral o académicos, decimos que hemos fracasado.  Cuando los resultados en la crianza de nuestros hijos no son los que esperábamos decimos que hemos fracasado como padres, cuando no logramos conquistar el afecto o la atención de quien estamos enamorados decimos que hemos fracasado románticamente, cuando pasamos por una separación o divorcio con nuestra pareja, decimos que hemos fracasado en nuestro matrimonio.  No estoy tan seguro que tales aseveraciones sean correctas pero  no dudo que lo que sentimos asociados a esas experiencias sean totalmente ciertas.
La verdad es que a veces en muchas áreas de nuestra vida nos sentimos fracasados y ello genera depresión y hasta experimentamos crisis de ira, ansiedad o salud física.  El enemigo viene diario a nuestra vida para promover cada una de estas experiencias y hace uso de nuestra inmadurez, nuestros malos aprendizajes en la vida, nuestra poca competencia para construir nuestra vida con eficiencia y nos hace regresar al pecado, al dolor y a la frustración, lo cual nos esclaviza a experimentar fracaso.
Ante ello el salmista declara que Dios “no dejará fracasar…”  Esta verdad debe convertirse en un bálsamo en nuestra vida.  Debe ser un recordatorio de lo que Dios quiere hacer y está haciendo en nosotros.  Dios no nos dejará fracasar.  Hará que cada experiencia difícil y cada intento del maligno por humillarnos y esclavizarnos al pecado y al dolor, se convierta en una bendición gloriosa de aprendizaje y de amor por parte del Padre.  En Dios no hay fracasos, en Él solo hay momentos en donde, a pesar de no tener respuestas, Él nos enseñara a confiar en su gracia, nos mustrara mejoras manera para vivir y nos regalara de su misericordia, la cual nos dará consuelo y descanso.
Vivamos seguros, pues Dios jamás nos dejará fracasar.  El sanara nuestro corazón y nos dará de su victoria cada día.

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