ENSEÑAME A VIVIR

Dios mío,

enséñame a vivir
como tú siempre has querido.
Tú eres mi Dios y salvador,
y en ti siempre confío.
(SALMO 25:4-5 VLA)

¡Aprender a vivir!  Es algo que damos por sentado que sabemos y aun, hasta damos consejos a diestra y a siniestra y con ello pretendemos creer que somos competentes en esto de respirar, madurar y edificar una vida que de buenos frutos.  La verdad sea dicha, normalmente transitamos por la vida muy lejos de esta realidad.  Pasamos mucho tiempo y gastamos mucha energía en ocultar nuestros errores de nosotros mismos y de quienes nos rodean.  Invertimos mucho de nuestra vida haciéndoles creer a los hermanos de la “congre” cuán bien nos va y que tan “buenos” cristianos somos, cuando cargamos mucho dolor y frustración, aprendimos mal a ser pareja, no tenemos idea de ser padres y fracasamos muchas veces en el intento de ser verdaderamente felices y satisfechos.
El salmista clama “enséñame a vivir”  Reconoce que a pesar de ser biológicamente adulto, aun no ha aprendido a vivir, se ve incompetente para ello y clama por ayuda, clama por la oportunidad de aprender.  Pero no pide ayuda a cualquiera, lo hace a Dios, pues entiende que solo él puede enseñarle a vivir y no solo eso, sino a vivir correctamente.  El salmista reconoce que no hay oportunidad de  aprender a vivir de manera sana, sin esgrimir chantajes, mentiras, abusos de poder, con transparencia, en honestidad emocional y moral, sin necesidad de herir a otros, fuera de Dios.
Hoy nosotros estamos aquí y como él, también debemos clamar “enséñame a vivir”  Necesitamos ir a la “escuela de Dios” y poner atención, aprender de Él, imitar su conducta, integrar a nuestra vida sus valores y creencias a fin de que nuestra vida sea más satisfactoria y de más bendición para quienes nos rodean.
Oremos hoy: “Señor enséñame a vivir”

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