Tres cosas valiosas



Eclesiastés 5
Traducción en lenguaje actual (TLA)

Cumple lo que prometes
1 Si vas al templo, ten cuidado con lo que haces y presta atención a lo que allí se enseña. Es mejor obedecer a Dios que ofenderlo presentando ofrendas sin pensar en lo que se hace. Ante Dios, piensa bien lo que vas a decir, pues Dios es más poderoso que tú. Recuerda que «el que mucho se preocupa tiene muchas pesadillas», y que «el que mucho habla dice muchas tonterías».
Si le haces una promesa a Dios, no te tardes en cumplirla, porque a Dios no le gusta la gente tonta que no cumple. Recuerda que «vale más no prometer, que prometer y no cumplir».
No cometas el error de hablar sin pensar. Tampoco te disculpes luego con el sacerdote, y digas que lo hiciste sin querer. No hay necesidad de que Dios se enoje contigo y destruya lo que tanto trabajo te ha costado, ¡y todo por hablar sin pensar! Éste es un mundo de sueños y palabras y cosas sin sentido, pero tú debes mostrar respeto por Dios.
De nada sirven las riquezas
Que no te extrañe ver países donde a los pobres se les maltrata y no se les hace justicia. Esto sucede cuando a un funcionario importante lo protege otro más importante, y cuando otros aún más importantes protegen a estos dos. Sin embargo, te dirán: «Esto lo hacemos por el bien del país. Nosotros los gobernantes estamos para servir a los campesinos».
10 Hay gente que dice que el dinero no es importante, pero cuando ya lo tiene, todavía quiere más. Eso tampoco tiene sentido, 11 porque quien se llena de dinero también se llena de gente que quiere gastarlo. Lo único que sacan los ricos es el gusto de ver tanto dinero, 12 porque de tanto tener hasta el sueño se les quita. En cambio, la gente que trabaja puede comer mucho o comer poco, pero siempre duerme tranquila.
13 En esta vida he visto que guardar mucho dinero no es nada bueno, pues acaba por perjudicar a quien lo tiene. 14 Además, todo ese dinero puede perderse en un mal negocio; así, quien antes fue rico luego no tiene nada que dejarle a sus hijos; 15 al fin de cuentas, acaba por irse de este mundo tan desnudo como cuando nació, ¡y sin llevarse nada de lo que tanto trabajo le costó ganar! 16 A mí me parece terrible que al morir nos vayamos tan desnudos como vinimos. ¿De qué nos sirve entonces tanto trabajar, 17 y pasarnos la vida tristes, molestos, enfermos y enojados?
18 Desde mi punto de vista, es muy poco lo que vivimos. Así que comamos y bebamos, y disfrutemos de lo que tanto trabajo nos ha costado ganar, pues así Dios lo ha querido. 19 Si él nos da mucho, también nos permite disfrutar de lo que nos da; disfrutemos entonces de lo que tanto trabajo nos ha costado, porque es un regalo de Dios. 20 Ya que Dios nos hace estar felices, dejemos de preocuparnos tanto por la vida.

Cumplir promesas, darle al dinero y valor correcto y disfrutar la vida y del esfuerzo diario son cosas que no siempre nos salen bien.  Con facilidad olvidamos nuestros compromisos y promesas más importantes, nos desgastamos por tener bienes y olvidamos pasárnosla bien a lo largo de la vida.
El proverbista nos reta hoy a darle a la vida sentido y un equilibrio correctos.

CAMINANDO EN PAZ
Decíamos la semana pasada al estudiar proverbios que un mal muy humano es reaccionar por emoción.  El consejo del proverbista es pensar bien las cosas antes de comprometer nuestra palabra.
         a). El no cumplir roba la paz.
Cuando empeñamos nuestra palabra con Dios, con nuestra pareja, con nuestros hijos, en nuestro trabajo o con algún amigo, nos empeñamos nosotros mismo, y ante ello, al no cumplir, perdemos la paz.  El proverbista, lo señala cuando dice “… el que mucho se preocupa tiene muchas pesadillas…”  Tenemos que ser prudentes al adquirir los compromisos y ya hechos estos debemos ser diligentes al cumplir lo que prometimos, ya sea tiempo, dinero, afecto, lealtad, fidelidad, etc.  En el nuevo testamento se nos recuerda este mismo asunto cuando, se nos anima a que nuestro si, sea si y nuestro no, sea no.
         b). El no cumplir mina nuestros logros.
El proverbista señala que al no cumplir la palabra empeñada Dios deja que nuestros propios hechos y malas decisiones destruyan lo que hemos logrado.  Cuando alguien se compromete por emoción sin pensar en aquello en lo que se mete, esa misma emoción terminará por arruinar todo aquello que ha alcanzado.

EL DINERO Y EL REINO
Hay tres cosas que destruyen a cualquiera si no les damos el sentido correcto: El dinero, el poder y el sexo.  Hoy proverbios nos invita a revisar la primera.
El proverbista nos muestra dos malas actitudes que el ser humano tiene con respecto al dinero:
         a). La necesidad de acumular riquezas corrompe la justicia.
América latina y en especial nuestra nación, son un ejemplo claro de ello. La necesidad de algunos por adquirir poder y riqueza no tiene límites.  Luchan por una curul en el congreso, por una regiduría en el municipio, por lo gubernatura de su estado y por la silla presidencial a toda costa.  Usan a las masas de hombres y mujeres pobres.  Le prometen empleos que jamás les darán, educación para sus hijos que nunca les proveerán, asistencia médica que solo se quedará en promesa, porque cuando alcanza su escaño de poder, se dedican a asignarse obras, concesiones, cobrar por favores, etc. Y se olvidan de aquellos que claman por justicia social. El proverbista dice que estas personas al final se irán de esta vida sin nada.  Y sabemos que Dios demandará de ellos la injusticia con la que vivieron miles de personas a los que debieron servir.
         b). La necesidad de acumular riquezas nos desenfoca de la vida.
Hay otros que necesitan acumular riqueza porque con ello compensan temores, angustias, inseguridades, etc.  Viven pensando en cuanto tienen y siempre les es insuficiente.  El dinero no nos deja ver la eternidad ni los propósitos de Dios para nuestra vida, es por ello que el proverbista insiste en vivir de su trabajo y no de lo acumulado.

HAY QUE DISFRUTAR LA VIDA
Disfrutar la vida, aunque parezca fácil, nos es un asunto muy complicado. Hay quienes viven en la tensión, el enojo o frustración permanente que son incapaces de disfrutar lo que Dios les da cada día.  Otros más viven tan preocupados por lo que ocurre a su alrededor que llenan su alma de temor y ello les impide ver la gracia divina, otros más están tan ocupados en tratar de controlar todo que no pueden disfrutar las cosas que en verdad valen y aun hay quienes que se afanan tanto en divertirse, que nunca disfrutan de su vida.
En esta ocasión el proverbista nos recuerda el valor lúdico de la vida.  Es decir, realza la idea de que Dios también nos dio la vida para disfrutarla, gozarla, divertirnos y pasárnosla bien a lo largo de los años que El nos de.  No todo es tarea, compromisos, trabajo, pagar cuentas, etc.  Debemos de aprovechar los descanso para pasear, ir a la playa, disfrutar con la familia, ir de  día de campo, etc.  El plan de Dios no es que vivamos en tensión siempre.  El quiere que disfrutemos de todo lo que nos ha dado.

Tomemos en cuenta estos tres consejos y revisemos nuestra vida.  Chequemos si estamos cumpliendo lo que hemos prometido y si somos diligentes en ello, revisemos si le estamos dando al dinero el enfoque correcto y evaluemos si estamos disfrutando de la vida tal y como Dios espera que lo hagamos.

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