LA COMUNIÓN DEL CUERPO DE Cristo

Hechos 2:40-43
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Los primeros cristianos
40 Pedro siguió hablando a la gente con mucho entusiasmo. Les dijo: «Sálvense del castigo que les espera a todos los malvados.»
41 Ese día, unas tres mil personas creyeron en el mensaje de Pedro. Tan pronto como los apóstoles los bautizaron, todas esas personas se unieron al grupo de los seguidores de Jesús 42 y decidieron vivir como una gran familia. Y cada día los apóstoles compartían con ellos las enseñanzas acerca de Dios y de Jesús, y también celebraban la Cena del Señor y oraban juntos.
43 Al ver los milagros y las maravillas que hacían los apóstoles, la gente se quedaba asombrada.

Hoy día, la iglesia se ha convertido en muchos casos en el punto de encuentro casi fortuito de un grupo de personas que les parece bien asistir a una serie de reuniones y eventos.  Les une el gusto por la buena música, la buena disertación, lo agradable del lugar y muchas cosas más, pero casi ninguna de ellas tiene que ver (por lo menos de manera consciente) con las demandas del Reino.  No se trata de argumentar en contra del pensamiento “contemporáneo”  ni tan siquiera en contra de lo pragmático que resultan ser hoy día muchos ministerios, sino mas bien, analizar e la luz de La Palabra lo valido que es vivir la iglesia como hoy lo hacemos y vernos en el espejo de los primeros cristianos.
COMUNIDAD DE LOS SALVADOS
La iglesia es la comunidad de los salvados.  No es la comunidad de los convencidos, ni la comunidad de los que están de acuerdo en todo.  A lo largo de todo el Nuevo Testamento, vemos una constante.  La iglesia se conforma por todos aquellos que han sido salvos por la obra de Jesús en la Cruz.   Es decir, por aquellos que han hecho suyo el sacrificio de Cristo.              Es muy claro en el libro de Hechos que somos comunidad no porque nos una forma de pensamiento, una filosofía de vida y ni tan siquiera una creencia.  Somos comunidad dado que Cristo nos une.
El punto de unidad es Jesús.  No una filosofía, un gusto, una técnica, un propósito, un programa, ni tan siquiera una teología.  Es El quien en su gracia nos salva, nos congrega y nos da sentido.  Cualquier otro intento por que no sea Jesús, terminará en división, desilusión, enojo y frustración. 
No olvidemos que el precio por ser Iglesia también lo fue la sangre derramada en la cruz.  Es por ello que en el verso 42 se señala que los que creían fueron bautizados, es decir, se identificaban con Cristo en su muerte y resurrección.
Todo lo anterior nos hace pensar que enfatizar en cualquier cosa que no sea Jesús mismo como punto de cohesión, será un esfuerzo de alcances temporales.  Quizá a la vista de resultados rápidos, pero no eternos.  Quizá provoque mas efervescencia y promueva un ambiente de entusiasmo, pero con facilidad se quebrará.  Con ello no trato de decir que desarrollar programas, promover un buen ambiente cada domingo, mejorar la música, etc. sea malo o pérdida de tiempo.  No.  Lo que insistimos aquí es en el valor correcto por medio del cual construimos aquello que se nos ha mandado hacer.  Puedo clavar un clavo con un desatornillador, pero sin duda me raspare la mano más que si lo hago con un martillo.
LA FAMILIA
Me encanta la expresión: “…y decidieron vivir como una gran familia…” Es claro entonces que la iglesia no es un sindica, tampoco es un club social y tampoco es una democracia.  Es una familia y no cualquier familia, es la familia de Dios.  Una familia en donde se prioriza el respeto, la tolerancia, el amor sincero e incondicional, la diferencia, el apoyo, etc.  Somos distinto pero familia.  Venimos de caminos diferentes pero familia.  Tenemos sueños y esperanzas diferentes pero familia.
La iglesia se vive entonces a partir de la búsqueda del compañerismo, de la cercanía fisca o virtual, del intento permanente por enfatizar el único punto en común que vale la pena: Jesús.
Por otro lado, dado que somos familia, cada miembro de esta tiene un roll. Es decir una función especifica que debe desempeñar para traer bendición al resto de la familia.  Así como el padre bendice con dirección, provisión, protección y la esposa con atención, apoyo, amor y los hijos con obediencia, compromiso, alegría, cada miembro de la iglesia debe “estar” para bendecir a todos haciendo aquello a lo que ha sido llamado.  Por ello pablo dice: “no dejando de congregarnos…” (Heb. 10:25).
También debemos hacer mención que entre tanto somos familia, nos encontramos en la condición permanente de aprender amar.  Quizá la lección más grande que aprendemos en la familia es la de amar.  De esta misma forma la iglesia nos provee del espacio y circunstancias para aprender a amar.  Quien asiste a la iglesia y no madura en el amor, está viviendo mal la iglesia.  Nos amamos no porque sea fácil amar a todos, sino porque hemos sido llamados a amarnos a pesar de las diferencias. (1 Jn:3:14-16)
LA FIESTA
Esta familia celebra una fiesta cada vez que se reúne: La eucaristía.  La santa cena o cena del Señor, es una fiesta.  Festejamos la obra de Cristo en nuestra vida, obra por medio del cual hemos recibido salvación y vida eterna.
Es imposible reunirnos cada semana sin un sentido de celebración.  Cada reunión es una fiesta, un memorial una celebración en la cual Jesús es el centro.  No celebramos nuestros logros ministeriales, no celebramos nuestros resultados personales.  Celebramos a Cristo.  El es el centro único de la iglesia.
Cabe mencionar que ya será cuestión de las preferencias, gustos, valores de cultura, etc. Lo que determinara el estilo de la celebración.  He aprendido a entender y respetar los diferentes estilos de celebración de cada iglesia o movimiento de iglesias. Puede ser de lo más formal o hasta lo mas festivo, si Cristo es el centro de la vida de la iglesia yo quiero ser parte de ello. Nosotros en la Viña priorizamos la contemporaneidad, pero nunca esta por encima del hecho de que Cristo sea el centro de la celebración. No entronizamos ritmos, estilos y ni aun la obra misma de Cristo.  Entronizamos a Cristo en nuestra vida y ello celebramos.
Seamos iglesia. Prioricemos en nuestra vida el hecho de ser iglesia, de vivirla y compartir con cada miembro de ella.  Decidamos ser parte de la familia a dejar de todo lo que parece distanciarnos y comprometámonos a estar, compartir, colaborar y dar.

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