LA CONDUCTA ADICTIVA Y EL RENO DE DIOS

Proverbios 5
Dios Habla Hoy (DHH

 Atiende a mi sabiduría, hijo mío; presta atención a mi inteligencia.
Así sabrás ser discreto y podrás hablar con conocimiento.
Pues la mujer ajena habla con dulzura y su voz es más suave que el aceite;
pero termina siendo más amarga que el ajenjo y más cortante que una espada de dos filos.
Andar con ella conduce a la muerte; sus pasos llevan directamente al sepulcro.
A ella no le importa el camino de la vida ni se fija en lo inseguro de sus pasos.
Por lo tanto, hijo mío, atiéndeme, no te apartes de mis enseñanzas.
Aléjate de la mujer ajena; ni siquiera te acerques a la puerta de su casa,
para que no pierdas la riqueza de tus años en manos de gente extraña y cruel;
10 para que ningún extraño se llene con el fruto de tu esfuerzo y tu trabajo.
11 De lo contrario, acabarás por lamentarlo cuando tu cuerpo se consuma poco a poco.
12 Y dirás: «¡Cómo pude despreciar la corrección! ¡Cómo pude rechazar las reprensiones!
13 ¡No quise escuchar a mis maestros, no atendí a los que me instruían,
14 y por poco llego al colmo de la desgracia ante la comunidad entera!»
15 Calma tu sed con el agua que brota de tu propio pozo.
16 No derrames el agua de tu manantial; no la desperdicies derramándola por la calle.
17 Pozo y agua son tuyos, y de nadie más; ¡no los compartas con extraños!
18 ¡Bendita sea tu propia fuente! ¡Goza con la compañera de tu juventud,
19 delicada y amorosa corbatilla! ¡Que nunca te falten sus caricias! ¡Que siempre te envuelva con su amor!
20 ¿Por qué enredarte, hijo mío, con la mujer ajena? ¿Por qué arrojarte en brazos de una extraña?
21 El Señor está pendiente de la conducta del hombre; no pierde de vista ninguno de sus pasos.
22 Al malvado lo atrapa su propia maldad; su propio pecado lo sujeta como un lazo.
23 Su indisciplina lo llevará a la muerte; su gran necedad, a la perdición.


Sucumbir a los deseos es casi una condición generacional.  Como hombres y mujeres que hemos sido expuestos a través de los medios masivos de comunicación, para generar conductas sin riendas, cuya única prioridad es la gratificación inmediata, somos propensos a enredarnos en situaciones adictivas que fácilmente destruyen nuestra.  Priorizamos en base a la gratificación inmediata, nos comprometemos con aquello que demanda poco esfuerzo y gastamos nuestros años en lo que genera ilusión.  Desde el niño post moderno, hasta el hombre o mujer de la tercera edad producto de la sociedad pos revolucionaria, todos caminamos de laguna manera esta vida de la conducta adictiva que sin duda mengua nuestra capacidad de vivir y de vivir en el Reino de Dios.

Dios hoy nos reta a vernos, para poder identificar las conductas destructivas en las cuales caminamos, a fin de poder ser renovados por El y así asumir un compromiso con una vida de mayor libertad.

LA SABIDURIA VS. LA CONDUCTA ADICTIVA

Después de varios años atendiendo personas en consulta, he llegado a la conclusión de que en gran medida la conducta adictiva se establece en la vida de una persona no por falta de “moral” sino por falta de una dirección transparente.  Es decir, los padres tratamos de educar a nuestros hijos con la prioridad de que estos no nos vean tal y como somos, lo que origina que con mucha seguridad que repetirán en mucho nuestro propio repertorio conductual.  Es español castizo: no podemos librarnos de los malos hábitos de nuestra sociedad por que esta, a través de quienes nos educan de cerca no nos dejan ver con claridad el camino a través de su propio recorrido.
El proverbista dice: “atiende, presta atención…” ambos verbos son indicativos de mirar. ¿Pero que debía mirar este hijo?  Dos cosas: La sabiduría y la inteligencia, cosas que llegan a la vida producto de los años de errores, confusión, malas decisiones, etc.  Este padre, le dice a su hijo, mira mi propia vida, mira aquello en lo que he acertado, pero mira también todas aquellas “tonterías” que he hecho y aprende de ello.
No  conozco a muchos que se escapen del comportamiento adictivo.  Para ser honesto debo decir que no conozco a uno solo.  Sin embargo si conozco el camino que nos libra de ellas y este pasa a través de la experiencia de quienes van delante de nosotros en esta vida.  El proverbista lo sabía y por ello advierte a su amado hijo de cuál es la dirección correcta y se la señala con su propia vida.
Los medios de comunicación como la tv, la radio, el internet, etc. Promoverán siempre esta clase de conducta, sin embargo la palabra nos reta a vivir en trasparencia para ser señales de advertencia a los caminan tras nosotros para que estos disfruten más de la vida que Dios nos ha dado.

LA VIDA DE GRATIFICACIÓN INMEDIATA TINE UN COSTO PERMANENTE

El proverbista usa una imagen muy común en su cultura: El adulterio.  Sin embargo seriamos mezquinos si reducimos la enseñanza solo a ello.  Tenemos que ser más amplios y ver otras áreas de nuestra vida.
Como mencionamos en el primer párrafo, somos el resultado de una sociedad que busca respuestas rápidas, emociones a bajo costo, adrenalina, comida rápida, etc. No nos gusta ser pacientes y esperar el tiempo propicio para disfrutar lo que deseamos.  Alguien me dijo una vez, “el precio del éxito es alto, pero se pago una sola vez, sin embargo el precio del fracaso se paga toda la vida”  Esta máxima aplica bien aquí.  Lo que gratifica sin costo aparente, en realidad tendrá un costo que tendremos que pagar toda la vida. Pongamos dos ejemplos sencillos. Las jovencitas de once, doce o trece años que aun están en el desarrollo de su cuerpo y no alcanza la talla de una persona adulta, y que desean usar a toda costa zapatillas.  Ellas quieren verse con jóvenes y resaltar su figura sin embargo el precio de ello es la deformidad de los huesos del pie la cual producirá dolores en sus extremidades en mayor o menor grado según la época de la vida en la que se encuentren.
Por otro lado los jovencitos que anhelan saber que se siente tener relaciones sexuales.  Buscan hasta que las consiguen tratando de imitar la pornografía que han visto. Podrán mas o menos disfrutarlo, sin embargo la experiencia distorsiona en mucho el verdadero valor de compartir la sexualidad con la persona amada en el tiempo correcto y el precio de ello es disfrutar poco la vida sexual en la adultez.
La conducta adictivita gratifica de primera mano pero factura muy alto y por mucho tiempo.

LA CONDUCTA ADICTIVA NOS DESGASTA EMOCIONALMENTE

Para el proverbista, nada seria mas pesado emocionalmente para un chico sin experiencia que enredarse en una actividad sexual (porque en ese caso no es amor) con una mujer mayor y con quien no tiene un lazo afectivo ni de compromiso.  Vamos usar el mismo caso que menciona el texto para explicar este asunto que hoy la Palabra nos muestra:  Un adolescente en busca de sensaciones placentera rápidamente se engancharía en una relación sexual.  ¿Por qué? Primero porque seguramente existe un aprendizaje del comportamiento adictivo desde la niñez, en segundo lugar, la falta de referencias conductuales sanas se hace patente en la adolescencia cuando los adolescentes y jóvenes puede “librarse” un poco del control de sus tutores y en tercer lugar, su grupo de referencia lo alentará a través de los valores sociales a buscar situaciones de gratificación inmediata, sobre todo en el área sexual.  Sin duda el joven o adolescente que camine en esa ruta terminará envuelto por una conducta adictiva que si bien le proveerá de gratificación sexual inmediata, también traerá consigo, falta de amor, de compromiso, vida sexual plena y la ausencia de la sensación de ser parte de “algo”  Como cualquier adicción, esta generará vacio , dolor y frustración.
Mucho del dolor emocional en la adultez, se origina por el hecho de haber caminado por la ruta de la adicción largo tiempo.

Solo Dios es el único que pude romper todo comportamiento adictivo en nuestra vida.  No importa cuál sea este: uso excesivo de los medios electrónicos de comunicación, una vida sexual sin límites, de la mala alimentación y el abuso de nuestro cuerpo físico, de las relaciones sentimentales no sanas y de la búsqueda del sufrimiento.  Solo Dios es el único que puede restaurar nuestra vida y darnos el la fuerza y determinación para entrar en un proceso de sanidad y búsqueda de nuevas formas de vida mas sanas.  La conducta adictiva no es otra cosa más que iniquidad del la cual Dios nos quiere librar porque Jesús ya pago por esa libertad en la cruz.

Dejemos que la sabiduría y experiencia de nuestro Padre revelada a través de su Palabra transforme nuestra vida a fin de poder vivir la vida que el por gracia nos ha dado.

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